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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Ayala, honoris sin causa

No sé si me ha extrañado más que el Tribunal Supremo rectifique y obligue a pagar el impuesto de las hipotecas a los clientes, y no a los bancos, o que la Universitat de les Illes Balears (UIB) finalmente mantenga su más alta distinción académica a Francisco Ayala, el biólogo especializado en la evolución expulsado de la Universidad de California en Irvine tras una extensa investigación de acoso sexual. De la UIB se puede decir que ha estado, una vez más, a la altura esperada. Fue un espejismo producto de los calores del mes de junio pasado que desde la institución balear se asegurara con contundencia que se retiraría a Ayala el honoris causa que ostenta desde 2006, si se verificaban las acusaciones. En ese momento se conocía que al biólogo español de 84 años le habían apartado de todos sus cargos y reconocimientos tras las denuncias de cuatro mujeres por conductas inapropiadas, y después de una indagación interna en la que se tomó testimonio a más de 60 personas. Fue un hablar por hablar que desde el campus de la carretera de Valldemossa se considerasen "totalmente reprobables" los hechos relatados en las demandas de dos profesoras, una estudiante y una decana, y que se aludiese a la "tolerancia cero contra el acoso sexual en el ámbito universitario". Las acusaciones ni se han verificado ni se han dejado de verificar. La universidad norteamericana eliminó el nombre de Ayala de todos los centros y programas que lo ostentaban, y obligó al científico de fama internacional y donante generoso a renunciar a su actividad académica de forma inmediata a partir del 1 de julio. El tiempo ha pasado y, lejos del primer impulso justiciero, el rector Llorenç Huguet ha dado carpetazo al asunto basándose en los informes de otras dos universidades, la Autònoma de Barcelona y la del País Vasco, que también habían premiado a Ayala y que concluyen que "no se encuentra causa suficiente para iniciar el proceso de revocación" de sus honoris causa "sin perjuicio de que las conductas denunciadas puedan ser reprobables". Solo ha faltado el informe absolutorio de la Aemet.

Por lo visto, el tema Ayala no merecía un dictamen propio, basta el plagio de los trabajos de otros. Ese es el ejemplo y ese es el mensaje. Lo hubiera podido redactar la cátedra de estudios de género de la UIB, un recurso magnífico y desaprovechado, y que alguna opinión valiosa tendría que dar sobre un caso como éste. Pero se ha preferido hacer un copia y pega cuando no ha quedado más remedio que responder a las preguntas de la prensa. Tendría la más alta instancia de la educación balear que interesarse en saber la verdad, y si Ayala merece seguir en el panteón de sus notables. Si, como sostienen las perjudicadas, hubo tocamientos y comentarios sexuales por parte de Ayala y si se creó un ambiente de trabajo hostil para estas mujeres durante décadas, o si más bien por el contrario, como sostiene el profesor, se trató de "buenos modales de un caballero europeo -saludar calurosamente a las colegas, con un beso en las mejillas, felicitarlas por su belleza- que tal vez las hiciera sentir incómodas". Porque si al biólogo desdeñado por los norteamericanos le asiste la razón, más que un simple honoris causa se merecería entrar en el programa de retorno de talento patrocinado por el Govern feminista de Francina Armengol, y regresar a las aulas de la UIB por todo lo alto.

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