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Antonio Papell

El adiós a medias de Cospedal

María Dolores de Cospedal, asaeteada varios días seguidos por filtraciones procedentes del excomisario Villarejo, anunció ayer su decisión de abandonar su puesto en el Comité Ejecutivo Nacional del PP, pero no deja de momento su escaño en el Congreso. El PP no ha ocultado que esperaba su renuncia al acta de diputada pero la ex secretaria general ha pedido tiempo al presidente Casado.

Como se recordará, las filtraciones producidas mediante la difusión de grabaciones subrepticias han versado sobre el 'caso Gürtel', y en ellas tanto Cospedal como su esposo, López del Hierro -antiguo político popular que llegó a gobernador civil pero que ya no tenía cargo orgánico en el partido conservador-, mantenían una comprometedora estrategia encaminada a tratar de destruir pruebas incriminatorias. Villarejo hacía referencia a un ya famoso pendrive que al parecer contenía información delicada de la trama corrupta y que debía ser destruido. En otra ocasión, Villarejo recibió del matrimonio aludido el encargo de espiar a Javier Arenas, quien habría mantenido negocios con Bárcenas. Y finalmente, la relación de Cospedal y de su esposo con Villarejo versó sobre un hipotético chantaje a Rubalcaba, cuyo hermano habría mantenido una relación con una detective privada?

Con este bagaje en la mochila, era lógico que el PP fuera desvaneciendo su inicial a apoyo a Cospedal, que fue pieza clave en la victoria de Casado en las elecciones primarias frente a Soraya Sáenz de Santamaría. La ocultación de pruebas, obstrucción clara a la justicia, posee relevancia penal, y si los jueces apreciaran un delito continuado podría no haber prescrito a estas alturas. Quizá esta sea la causa de que Cospedal no abandone el escaño. De cualquier modo, la carrera política de la número dos del partido con Rajoy, que fue también durante un mandato presidenta de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha y ministra de Defensa en la última etapa, ha concluido, y sería impensable que se confirmara su candidatura a encabezar las listas del PP al Parlamento Europeo.

La retirada de Rajoy, tras la moción de censura, se debió -a veces conviene recordarlo- al hecho de que algunas sentencias judiciales por corrupción evidenciaron una extensión inaceptable de la mancha de aceite que había salpicado a la mayor parte de la organización. En junio de 2008, cuando Rajoy la nombró secretaria general del PP, el caso Gürtel acababa de estallar: en noviembre de 2007, la Fiscalía Anticorrupción había iniciado una investigación en torno a las andanzas de Francisco Correa y su equipo (Gürtel es Correa en alemán), que llegó en febrero de 2009 a la Audiencia Nacional. En cierto modo, Cospedal tenía razón cuando decía que desde su cargo cumplía con su obligación tratando de averiguar -a través de Villarejo o por cualquier otro medio- lo que estaba pasando con tal de salvar el crédito de su partido. Pero había de saber -es abogada del Estado y se le supone sólida formación jurídica- que no todo vale en política y que corría el riesgo de contaminarse en sus pesquisas, como finalmente ha sucedido. Finalmente, el esfuerzo ha sido en vano ya que Rajoy no se ha salvado de la quema, y ella misma está al borde de salir de la política española por la puerta de atrás.

Este análisis quedaría dolosamente incompleto si no incluyera una airada diatriba contra un sistema que ha hecho posible que el comisario Villarejo, con el pretexto de que servía a su país desde las cloacas del Estado, haya desempeñado durante décadas el indecente papel de mafioso conseguidor con unos y con otros, llegando a amasar una importante fortuna y acopiando una información con la que dispone de irresistible capacidad de chantaje. Las diversas pruebas que, en su irritación por haber sido detenido e inculpado por su actividad, ha sacado a la luz son ilegales, pero en el plano político tienen una potencia demoledora que amenaza la estabilidad de este país. La Audiencia Nacional, que dispone de esta información (que también divulgan amigos de Villarejo por otras vías) y conduce el procedimiento, debería administrar este repulsivo acervo con inteligencia para acotar el incendio y evitar que paguen justos por pecadores en esta causa general.

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