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Matías Vallés

Al Azar

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Meteorología se felicita

La Agencia Estatal de Meteorología se felicita del escrupuloso cumplimiento de sus protocolos en las inundaciones mallorquines del nueve de octubre, con trece muertos. En su Comisión de Evaluación Colonial de los hechos transcurridos en Sant Llorenç con trece víctimas mortales, el organismo infalible no encuentra un solo fallo digno de mención. En la versión para aborígenes iletrados de su excelso estudio, no se asombra de haber decretado la alerta roja cuando ya habían fallecido trece personas, cuando ya no llovía ni lo haría en las catorce horas siguientes.

Una jornada con trece muertos por un desastre meteorológico merece a la Aemet el calificativo de "coordinación adecuada". Es injusto que no se haya condecorado a los responsables del ente estatal por su extraordinaria gestión en Mallorca, en la jornada saldada con trece muertos. Y para redondear, el Gobierno de Sánchez introduce unas gotas de humor siempre de agradecer en tragedias con trece muertos, al congratularse de que se modificaran "los niveles de aviso hasta en tres ocasiones". En efecto, las trece personas murieron mientras el organismo de predicción señalaba una tímida alerta amarilla o naranja. Este argumento equivale al coche que sostiene que frenó con energía, pero una vez arrollado el peatón, y con la diferencia de que aquí son trece los fallecidos.

La Aemet ha tardado 16 días en efectuar una evaluación de sucesos con trece muertos que apenas se prolongaron durante unas horas. Los mallorquines fatalistas admitimos los trece muertos como un castigo del destino, pero nos sobraba la burla añadida de la Meteorología gubernamental. Quienes pensábamos que la consellera Cati Cladera exageraba al cargar contra la Aemet, nos apresuramos a corregir que se quedó corta al asignar errores el día de los trece muertos. La Aemet da más miedo que una torrentada.

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