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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Corre, Pedro Sánchez, corre

Dado como es a los golpes de efecto y a las estrategias de comunicación con parafernalia, el presidente del Gobierno tomó parte hace tres domingos en el municipio de Alcobendas en la carrera de obstáculos organizada por el colectivo Malasmadres en reivindicación de la conciliación familiar y laboral, bajo el lema Yo no renuncio. Dicen que quiso así que España visualizara que ha llegado el momento de pasar a la acción. Como una cosa es trotar en chándal y otra el espíritu deportivo, Pedro Sánchez no admitió preguntas tras su discurso en favor de la igualdad en el que se refirió a dos medidas estrella que su Ejecutivo aprobó días después, y que venían incluidas en las negociaciones con Podemos para que los Presupuestos del año que viene salgan adelante. Se trata de la universalización de la educación de 0 a 3 años y la equiparación en 16 semanas de los permisos intransferibles de paternidad y maternidad. No está mal para empezar porque nos encontramos en el páramo más absoluto en cuanto al apoyo social a la crianza de los hijos, esos contribuyentes del mañana que empiezan a escasear. Sin embargo, me fascina cómo se consigue que medidas muy cabales de refuerzo a la familia o que benefician directamente a los hombres que desean vivir, responsabilizarse y disfrutar plenamente de su nueva vida como padres se venden como regalos a las mujeres. Se trata de políticas que favorecen a las madres por persona interpuesta, y eso interesa como interesaría la subvención a la suegra para que se pase a echar una mano, pero no es la bomba. La bomba sería que la baja tras dar a luz se amplíe siquiera en una semana para las que siempre afrontan la parte del león en los cuidados infantiles. No se piden para empezar las casi 70 semanas de Suecia, las 60 de Croacia o el año redondo que otorgan en el Reino Unido o Albania. Pero una semana más significaría que se entiende de qué va esto: de las que regresan al puesto de trabajo cuando todavía se levantan tres veces cada noche para dar de mamar, de las que se gastan el salario en canguros y de una parte no menos importante de la ecuación, de lo que beneficia de verdad a los bebés. De las que acaban por tirar la toalla porque no les sale a cuenta el estrés y la culpa. De las que a lo mejor no tienen marido. Yo no creo que las bajas de padres y madres deban ser exactamente iguales, ni igualmente ridículas.

Ya puede correr Pedro Sánchez, que con 16 semanas de baja maternal, solo seis obligatorias y 18 para un parto múltiple como el de Pablo Iglesias e Irene Montero, y el debate donde él lo ha puesto no creo que alcancemos ni en diez años el nivel de Macedonia, donde las mujeres se quedan 39 semanas con sus recién nacidos, y vuelven al tajo cuando están en condiciones. El día en que el Gobierno apriete a las empresas para que establezcan horarios más racionales, fomente los ascensos de las trabajadoras independientemente de su situación familiar, apueste activamente por la equiparación salarial y persiga cualquier tipo de discriminación a las mujeres por el hecho de ser madres, o estar en edad fértil, nos encontraremos en un escenario distinto. En la carrera domingo, el presidente mencionó la "buena combinación que forman igualdad y deporte". Una forma muy amable de describir a las mujeres que van de un lado para otro con la lengua fuera.

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