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Matías Vallés

Al Azar

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Cati Cladera culpa al tiempo

La consellera Cati Cladera ha sido incapaz de encontrar un solo error de su Govern en la gestión de las inundaciones con trece muertos de Sant Llorenç y comarca. Según la responsable de emergencias, todo funcionó a la perfección a partir de las 21.0o o las 22.00 del nueve de octubre. El detalle nimio es que para entonces ya se habían producido los fallecimientos. La titular de Hacienda culpa al tiempo. Al meteorológico, a quién se le ocurre llover en esas cantidades, y al medido por el reloj, a quién se le ocurre diluviar antes de que las autoridades dispongan los medios de aviso y rescate.

Para Cladera, el mundo fue creado al día siguiente de la tragedia. Solo entonces se constituyó un Govern ausente en la noche fatídica, y empezó una operación asombrosa. Con trece muertos. Lástima que las autoridades infalibles no adelantaran su actividad milagrosa unas horas. Durante la tragedia acontecida ese martes, Sant Llorenç no formó parte de Mallorca, pertenecía al espacio exterior. Fue abandonado a su suerte, las instituciones estatales y autonómicas habían desaparecido. La despreocupación se extiende por supuesto a la falta de señalización de una catástrofe que se reproduce puntualmente cada década, en cumplimiento de los cálculos oficiales.

Con la voz más dulce que ha subido a la tribuna del Parlament, la consellera galopa sobre la circunstancia de que "desgraciadamente hay víctimas mortales". Los trece fallecidos son el eje de lo ocurrido, no solo un anexo que nubla una gestión prodigiosa. El desastre, también en la política, se ha cobrado ya la cabeza del jefe superior de Policía, pero las heridas sigue abiertas. Si los economistas han adquirido renombre por pronosticar el pasado, la Agencia Estatal de Meteorología no sirve ni para desentrañar el tiempo pretérito. Ha necesitado semanas para señalar a los responsables evidentes de que el tiempo de Mallorca no siempre coincida con el de Madrid.

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