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Antonio Papell

Un nuevo ciclo electoral

Las elecciones andaluzas del 2 de diciembre inauguran un nuevo ciclo electoral en España, puesto que irán seguidas de las elecciones autonómicas, municipales y europeas del 25 de mayo de 2019. En un momento indeterminado anterior a junio de 2020 tendrán asimismo lugar las elecciones generales españolas. En septiembre de 2020 se celebrarán las vascas y gallegas y la actual legislatura catalana concluirá teóricamente en diciembre de 2021, si bien pocos piensan que pueda llegar a este desenlace natural.

Se prolonga así una etapa política que arranca de las elecciones europeas de 2014, en las que por primera vez el bipartidismo, aunque todavía claramente hegemónico, asistía al surgimiento de nuevos partidos. En aquella ocasión, Podemos obtuvo 5 europarlamentarios con el 8% de los votos; UPyD, 4 con el 6,5%, y Ciudadanos, 2 con algo más del 3%. El sistema representativo se ampliaba, en gran medida a causa de los efectos devastadores de la crisis, mal enfrentada por los dos grandes partidos nacionales, y la propia sociedad auspiciaba el surgimiento de nuevas opciones que llevaban implícita la savia nueva del cambio en las grandes formulaciones.

Las encuestas aseguran que el actual esquema cuatripartito mantendrá por ahora su vigencia, aunque las posiciones no están del todo consolidadas, y hay quien defiende que en realidad estaríamos a punto de registrar un reflujo hacia el viejo bipartidismo imperfecto, una vez que supuestamente han desaparecido las causas traumáticas que provocaron la gran desafección causada por la doble recesión que aquí tuvo lugar. Sea como sea, el sentido de responsabilidad de la clase política tiene que prevalecer cualesquiera que sean los resultados, en el sentido de que no podemos mantenernos en una situación de inestabilidad permanente como la que hemos padecido desde las elecciones generales de diciembre de 2015, que tuvieron que repetirse en junio de 2016, y que no fructificaron en un nuevo gobierno hasta el PSOE se fracturó internamente.

En otras palabras, la etapa que ahora se abre en Andalucía habría de ser afrontada con una disposición claramente abierta a la negociación y al pacto, y no al contrario. Por más que los primeros indicios sean descorazonadores: de momento, mientras las encuestas sugieren que los resultados del 2-D no variarán mucho con respecto a los que dieron lugar al equilibrio actual, Ciudadanos ya ha hecho saber que no volverá a pactar con el PSOE de Andalucía y Podemos ha reiterado su profunda aversión al partido de Susana Díaz, por lo que tampoco se prestará a cooperación alguna? Nadie sabe, obviamente, lo que decidirá la ciudadanía el 2-D, pero la predisposición de los actores que probablemente habrán de proporcionar la estabilidad de las instituciones regionales no es de momento muy alentadora.

Felizmente, en el estadio estatal acabamos de asistir a un hecho insólito: el PSOE y Podemos acaban de pactar un proyecto presupuestario, en un clima cooperativo que sugiere posibles coaliciones futuras. Con independencia de la opinión que se tenga del resultado del acuerdo, es claro que para que recomience la tarea legislativa -en España no se hacen leyes ni se producen reformas desde diciembre de 2015„ y se reanude el progreso ininterrumpido con normalidad, es necesario que las fuerzas afines sean capaces de pactar y de encontrar fórmulas de gobernabilidad.

En este proceso de renovación, el país está, como siempre, en manos de los electores, a quienes nos corresponde también velar por la salud de las instituciones. En las elecciones europeas, tenemos que preservar un esencialismo europeísta que está siendo combatido por peligrosos populismos insolidarios, para lo cual debemos apoyar a quienes postulan una idea magnánima de la unión continental. Y en todas las instituciones en general, no podemos ceder a las radicalismos que proponen ideas mágicas o extremas para resolver problemas que requieren un mayor derroche humanista y la eminencia de los valores clásicos „la libertad, la tolerancia y el respeto„ que han hecho habitables nuestros países, nuestras regiones y nuestras ciudades.

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