Este 12 de octubre se han cumplido cincuenta años de la independencia de Guinea Ecuatorial, el pequeño país africano que había llegado a ser una 'provincia' española hasta que los vientos descolonizaciones aconsejaron al régimen franquista concederle la emancipación. Fraga Iribarne, a la sazón ministro de Información y Turismo, fue el encargado de entregar el poder al primer presidente autóctono, Fernando Macías, un sátrapa que en 1979 fue descabalgado por su sobrino Teodoro Obiang, un sanguinario autócrata que permanece en el poder.
Hace dos décadas, se encontró petróleo en el país, lo que lo ha situado a la cabeza de todos los africanos en renta per capita, si bien la población „1,2 millones de habitantes„ vive en la más absoluta miseria y la férrea dictadura familiar de Obiang ostenta todo el poder. Hay unos 100.000 exiliados.
Quizá sea una ingenuidad plantearse si España tiene (o no) alguna responsabilidad en esta situación. O si la comunidad internacional debería intervenir, a través de la ONU por ejemplo, en la erradicación de dictaduras tan primarias como esta, en la que sigue imperando una especie de descarado esclavismo. La vieja idea del 'protectorado' resucita intelectualmente, aunque con nulas posibilidades en la práctica. Lo cierto es que en Guinea se habla español y que desde lejos asistimos los españoles impávidos e indiferentes a uno de los más repugnantes casos de dominación autoritaria de planeta.
