Carmen Calvo, en funciones de presidenta del gobierno, arrimó el ascua de las fake news al sapo que desayuna cada mañana por conductas de ministros que manchan la pureza prometida por Pedro Sánchez para desplazar a Rajoy, alquitranado por la corrupción de su partido. No sabemos si Carmen Montón se precipitó a dimitir de Sanidad por algo de plagio sumado a un máster tan comprado como el legal de Pablo Casado, nuevo presidente del PP, pero sí que había plagio y trato de favor. La ministra de Defensa sigue en el cargo, aunque las armas de precisión vendidas a Arabia Saudí matarán con precisión precisamente a quien quiera Arabia Saudí. La tesis de Sánchez es tan huera como la de la mayoría de los doctores que no se dedican a la investigación. Al libro que firma le sobran 500 palabras ajenas, no le faltan cuatro comillas en dos grupos de dos. Cuando Adriana Lastra cree que no entrecomillar 300 o 500 palabras sea plagiar se ve que le dan igual 8 que 80, 300 que 500, plagiar que no plagiar, pensar que creer.
La ministra de Justicia fue grabada por un policía indistinguible de un delincuente, ahora encarcelado. Decía palabras inconvenientes ahora y quizá entonces, aunque las palabras varían con el tiempo, los interlocutores y los fines que persiga la conversación. Las grabaciones son verdaderas y el contexto, otra conversación. El astronauta ministro Pedro Duque y su embajadora esposa se aprovecharon fiscalmente de unas ventajas societarias que permiten a los empresarios ser quienes más utilizan bienes y servicios del estado y los que menos los costean, beneficiados por la legislación laboral, fiscal y societaria año tras año. Serán desagradables y tendrán un reproche moral o social opinable, pero son noticias y no son falsas.
