La rabia es una enfermedad causada por un virus (el virus de la rabia) que se trasmite entre animales y al ser humano a través de mordeduras o arañazos profundos. En las Américas, los murciélagos son la principal fuente de infección en los casos mortales de rabia, puesto que la transmisión al ser humano por mordedura de perros rabiosos se ha interrumpido casi por completo. La rabia del murciélago se ha convertido recientemente en una amenaza para la salud pública en Australia y Europa Occidental. Los casos mortales en humanos por contacto con zorros, mapaches, mofetas, chacales, mangostas y otros huéspedes carnívoros salvajes infectados son muy raros, y no hay casos conocidos de transmisión a través de mordeduras de roedores. Sin embargo este mes se han comunicado en España dos casos de rabia leve causados por la mordedura de murciélagos infectados por el virus de la rabia europea (EBLV-1).

El virus desde la zona cutánea de la mordedura inicia un largo camino, a través de las terminaciones nerviosas, que lo llevará al cerebro en donde infectará a las neuronas, producirá una encefalitis, y dará lugar a los síntomas típicos de la misma (hiperactividad, excitación e hidrofobia). Como consecuencia de ello el período de incubación, desde la mordedura hasta la aparición de los síntomas, puede variar entre días o meses. Cuanto más lejos del cerebro está la mordedura (por ejemplo, un pie) mayor tiempo en aparecer los síntomas; las peores heridas son las que se producen en la cabeza y el cuello. Sin un tratamiento adecuado y precoz la rabia suele ser mortal.

Aunque en España la rabia es una enfermedad muy rara, y siempre importada, se calcula que en el mundo fallecen por esta infección unas 60.000 personas cada año; siendo una enfermedad totalmente evitable. El 95% de todos estos casos se producen básicamente en África y Asia y la mayoría de ellos, por desgracia, son niños o jóvenes que viven en zonas suburbanas con graves deficiencias sanitarias y sociales, y en aldeas rurales. Entre el 95-99% de los casos de rabia son debidos a la mordedura de un perro rabioso, por ello la vacunación rutinaria y generalizada de estos animales podría evitar esta elevada mortalidad infantil.

En 2005 se reunieron la OMS, la FAO y el GARC (Global Alliance for Rabies Control) para establecer el objetivo conjunto de eliminar la totalidad de las muertes humanas por rabia en 2030. Para conseguirlo se necesitan tres acciones conjuntas: la participación de las personas con perros, la vacunación total de la población canina y el acceso precoz a los cuidados sanitarios de las heridas humanas por mordedura de perro.

Para conseguir todo ello es esencial contar con la población, las organizaciones sociales y los gobiernos locales de cada zona con rabia. Hay que esforzarse para conseguir el control y registro de la población canina existente (aunque el valor social de los perros en muchos países es insignificante), su vacunación masiva y gratuita, la educación de la población frente a los perros salvajes para evitar las mordeduras accidentales o por jugar con ellos, realizar una limpieza y desinfección rápida de la herida, aunque tan solo sea con agua y jabón o un antiséptico local y tener organizado un sistema sanitario fácil y cómodo al que pueda dirigirse cualquier persona para poder recibir la profilaxis post-mordedura.

La rabia sólo puede prevenirse mediante la utilización de su vacuna, por ello esencial que todos los países dispongan de dicha vacuna a poder ser gratuita o a un coste accesible para las poblaciones más desfavorecidas. La profilaxis con antisueros son muy costosas y no siempre efectivas, de modo que la vacuna debe considerarse como la mejor herramienta para intentar eliminar la rabia canina del mundo.

La rabia transmitida por los perros es responsable de la pérdida de más de 3.7 millones de años de vida potencialmente perdidos al año, con unos costes económicos anuales directos e indirectos (profilaxis post-exposición, pruebas en animales, vacunación de perros y pérdida de ganado) de 86 mil millones de dólares. Otro análisis económico, que también incluía los costes asociados con el riesgo de mortalidad humana, calculó que el coste global de la rabia canina es de 120.000 millones de dólares.

En España se considera que la rabia está eliminada desde 1966, salvo un brote que se produjo en Málaga en 1975 y algunos casos esporádicos en 2013 y 2014. Esta situación se ha conseguido gracias a la obligatoriedad de la vacunación antirrábica a todos los perros, que es anual o bianual según cada Comunidad Autónoma.

El 28 de septiembre se celebró el Día Mundial contra la Rabia para aumentar la concienciación sobre esta enfermedad, recordar que todavía existe y destacar los progresos alcanzados en la lucha contra la misma. Este mismo día también fue el aniversario de la muerte de Louis Pasteur (1895), el químico y microbiólogo francés que creó la primera vacuna de la rabia. Hoy las vacunas son seguras y eficaces tanto para los animales como para las personas y la concienciación es el elemento clave del éxito de las comunidades en la prevención de la misma.

Las organizaciones internacionales antes mencionadas están empeñadas en acabar con la rabia en el 2030 y para ello están dispuestas a realizar inversiones económicas que faciliten la llegada y distribución de la vacuna antirrábica a cualquier país que lo solicite. En los países más afectados la población canina está dispersa, no registrada y asilvestrada, por ello es tremendamente difícil realizar su control y vacunación. Si los países se comprometen y la vacuna es a coste cero es muy posible avanzar, aunque despacio, hacia el objetivo de su eliminación. Nosotros desde nuestra posición sanitaria y social privilegiada también debemos continuar vacunando a nuestros perros a pesar de la no existencia de rabia. Que yo sepa todavía no han aparecido grupos antivacunas perrunos.