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Tres que lo hacen mal

En estos tiempos de impunidad, de falta de respeto a la verdad, donde la mentira campa a sus anchas, de ambigüedades, rectificaciones y falsa democracia que empapan la vida y personajes públicos, es cuando más apremia denunciar y decir las cosas como son. Hoy voy a mencionar tres situaciones que demuestran que sus líderes están en una tendencia de cuesta abajo que denota con claridad que no hacen bien los deberes. El primero de ellos, cómo no, es el Gobierno de Sánchez con una considerable falta de coordinación entre sus miembros, lo que le obliga a gestionar continuamente a base de rectificaciones. Les recuerdo algunas que ha llevado a cabo en tres meses: impuesto a la banca, la defensa del juez Llarena, la promesa de publicar los nombres de los acogidos a la amnistía fiscal, inmigración, bombas de Arabia Saudí, apoyo a la ministra Montón, para después defenestrarla el mismo día, la RTVE que prometió renovarla con un concurso público, el impuesto sobre la renta cuando Hacienda dijo en Julio que no iba a tocar el IRPF.

¿Qué me dicen de la renuncia a la derogación de la reforma laboral de Rajoy que prometió más de cincuenta veces? Ahora también descarta revisar la financiación autonómica después de machacar al anterior gobierno con esta exigencia, o los quince casos de enchufismo vergonzoso cuando aseguró que acabaría con esa lacra. La verdad es que gobernar España a base de bandazos, sin valorar las consecuencias de sus decisiones significa hacer las cosas mal y le puede costar a Sánchez las próximas elecciones. Otra situación difícil de explicar es ¿cómo ha sido posible que los afiliados del PP hayan elegido a un líder con un caso pendiente de decisión del Tribunal Supremo por el asunto de su máster? Tampoco entiendo cómo Casado se presenta como candidato sabiendo que en una campaña electoral -aunque el Supremo decida finalmente no investigarlo- va a ser el objetivo-diana de todos los demás partidos por esa sombra de duda. Me temo que el PP va a tener muy difícil vender esta moto en los próximos comicios. El tercer caso que les quiero señalar es el de Telefónica.

Resulta que esta compañía emblemática dentro y fuera de nuestro país, tenía un valor en bolsa de 55.000 millones de euros en 2014 y en la actualidad es de 34.000. Es decir, en 4 años se les han esfumado a los accionistas 21.000 millones. Esta pérdida de capitalización la ha convertido, cuando era la primera empresa de España, en la quinta del IBEX. Uno no puede dejar de pensar que, su equipo directivo, no tiene una visión clara de futuro y que algo tienen que estar haciendo rematadamente mal para que muchas decenas de miles de pobres accionistas minoritarios -que son los que sufren de verdad- hayan perdido esa parte tan importante de sus ahorros. Me preguntaba recientemente un afectado: ¿también se habrán bajado su retribución un 38% los altos ejecutivos responsables? Finalizo puntualizando que estos tres ejemplos de cómo no hay que hacer las cosas, son solamente una muestra de los muchos que encontrarán ustedes en este extraño mundo que nos ha tocado vivir.

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