La presidenta del Govern ha ganado el debate de política general de Balears. Eso dicen. José María Aznar avasalló a Pablo Iglesias y Gabriel Rufián en la comisión del Congreso que investiga la financiación de los partidos. Algunos marcan el resultado basándose en que el expresidente del Gobierno mintió, desvió sus respuestas hacia asuntos que nada tenían que ver con el objetivo del cónclave y rechazó tener conocimiento de evidencias sobradamente probadas. Allá ellos. Francina Armengol quizás venció a Biel Company, pero sus doce propuestas de futuro no convencen. Suenan a materia repetida, a déjà vu, a más de lo mismo. Sin una idea de futuro para las islas. Sin un plan a largo plazo, solo desgranó medidas con la vista puesta en las elecciones a ocho meses vista.

La eliminación del copago farmacéutico es la primera de las promesas electorales. Mira tanto a mayo que deslizó un tono demagógico no solo en la tribuna parlamentaria, sino incluso en el documento difundido por la web del Govern: "Antes, curarte dependía de si tenías duros o no... ahora todo el mundo tendrá los medicamentos que necesita sin pagar". Al final se deslizan dos palabras entre paréntesis: "De más".

La segunda y la tercera propuestas son desgravaciones fiscales para las familias con niños de hasta seis años y más dinero para guarderías.

Asegura que retornarán 500 jóvenes. Se fueron por falta de oportunidades y regresarán con un trabajo asegurado. Quienes compren una vivienda de menos de 200.000 euros tendrán una rebaja en los impuestos. Más dinero para educación. El aparcamiento de Son Espases, gratuito. Un hospital sociosanitario en Felanitx. Más dinero para la dependencia, para la cultura y para los parados de larga duración...

Todo, o casi todo, para el año 2019. Todo en formato electoral. Todo pensado para ser desplegado en campaña. Quizás Francina Armengol se quede sus propuestas en el bolsillo porque los resultados de las urnas sean adversos. Si gana, conviene recordar que los presupuestos no son como unos tirantes capaces de superar una panza excesiva. Se asemejan más a una sábana, cuando se tira de ella para cubrir la cabeza, se destapan los pies.

Concedamos que Francina Armengol venció en el debate. Aceptemos incluso que en estos cuatro años ha logrado domar a sus aliados políticos, algo en lo que fracasó Francesc Antich en sus dos legislaturas. Ni Alberto Jarabo ni Josep Ferrà se han desmarcado de la presidenta. Incluso se le puede otorgar que ha diluido a la oposición. El PP ha estado sumido en sus dudas de liderazgo e ideológicas. Ciudadanos tiene en Xavier Pericay a un portavoz tan preparado como soso. El Pi de Jaume Font aún debe demostrar que será algo más que un breve paréntesis en la política balear.

La presidenta entró el martes en campaña y exhibió sus lemas. Sin embargo, no afrontó ninguno de los grandes retos de los próximos años ni se metió en los charcos que pueden embarrar su segundo mandato, si vuelve a contar con una mayoría suficiente para gobernar. ¿Cómo afrontará los nuevos retos turísticos que sólo han sido abordados a medias en esta legislatura?, ¿cómo resolverá el dilema entre quienes reclaman más madera turística y quienes alertan sobre la masificación?, ¿qué mejorará en la educación con mil millones, los sueldos de los profesores o los resultados académicos?, ¿autopistas, hasta dónde?, ¿estamos preparados para el Brexit? Armengol dejó de lado los grandes problemas para centrarse en la campaña electoral.