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Pilar Garcés

La autopista Ramon Llull

Que el presidente ecosoberanista del Consell haya embestido a los ecologistas acusándoles de connivencia con el PP por afearle su autopista de Llucmajor a Campos denota cierta desesperación.

¿Dónde estaban ustedes el domingo 29 de abril de 2012? Yo en la playa. Formando parte de la cadena humana que unió Sa Ràpita con Es Trenc para mostrar el rechazo a la posible construcción de un hotel y un campo de golf en el último paraíso. Fue emocionante. Para mí mucho, porque me acababa de quedar embarazada y el subidón hormonal me impelía a hacer algo por el futuro de la humanidad. La convocaban el GOB, la plataforma Salvem sa Ràpita, Amics de la Terra y EU. Hasta allí llegamos más de 6.000 personas sin que hubiese que lamentar víctimas en los accesos a un acto masivo que fue una fiesta y un clamor. Que yo recuerde, aquello ocurrió contra el PP, que gobernaba y patrocinaba el penúltimo de los despropósitos urbanísticos que se iba a perpetrar en un entorno idílico. Quien ama Mallorca no la destruye, ¿no? Un éxito. Los partidos se aprestaron a comunicar la presencia en el lugar de sus notables: por el PSIB, Francina Armengol, Pablo Martín, Cosme Bonet, Jaume Garau, Mercedes Garrido€; por el PSM Biel Barceló, Fina Santiago, David Abril. Igual, no sé, incluso se personó el hoy presidente de Mallorca, Miquel Ensenyat, que esta semana en una escala técnica en la isla antes de volar hacia Nueva York en busca de más turistas, ha afeado a los ecologistas del GOB y Terraferida su connivencia con la derecha por criticar la autopista que su gobierno de Progrés va a construir entre Llucmajor y Campos. ¿Para qué? ¿Para quién? ¿Cómo se entiende una autopista que no acabe en un hotel de lujo con campo de golf? Se había conseguido que el resort con vistas al arenal protegido de Es Trenc quedase en una pesadilla de José Ramón Bauzá y demás embalsamadores del territorio, pero dennos tiempo, que resucita. "Cuando gobierna el PP, los ecologistas están de vacaciones", ha arremetido Ensenyat, muy molesto. El conseller de Medio Ambiente en 2012 no era otro que Biel Company, quien acusó al GOB de estar "subvencionado por los suyos" para descalificar la protesta de Sa Ràpita, que tuvo alcance nacional. Dos antagonistas y un mismo desatino. Con tal pobreza argumental se escribe la historia de la política local. Y sus naufragios.

Malditos ecologistas que nos han dado el premio Ciment, y con esas credenciales no hay quien se meta en campaña electoral. En lugar de irse a la Albufera a observar los pájaros o dedicarse a montar casas para gatos, estos puñeteros amigos de la naturaleza se empeñan en denunciar vertidos y en calcular las toneladas de cemento que la izquierda progresista va a propinar a nuestro entorno. Una autopista que podría bautizarse "desdoblamiento Ramon Llull" para que entendamos de forma gráfica que las razones que mueven estas hormigoneras son distintas de las que impulsan el urbanismo desaforado de los conservadores. La vía rápida para llegar a un pueblo, la media docena de rotondas estilo Hong Kong en el segundo cinturón de Palma, todo tiene una explicación razonable si llega de parte de quienes debían cambiar las cosas. Un gobierno de izquierdas con el suficiente desparpajo para cargar contra la mejor versión de su electorado, no se lo pueden poner más en bandeja a sus contrincantes. Los asfaltadores con pedigrí, aunque los actuales aprenden rápido.

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