Diario de Mallorca

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La unión estratégica del PSOE, Unidos Podemos y los partidos nacionalistas va a evitar que el presidente Sánchez tenga que acudir al Congreso a explicar cómo consiguió su doctorado. En realidad esa decisión es superflua porque ya lo sabemos; los diarios han publicado hasta la saciedad la habilidad del entonces doctorando para engrosar el texto metiendo, sin cambiar ni una coma en ocasiones, folios y folios ya publicados por él mismo o por otro y para conseguir que la universidad le permitiese defender su trabajo ante un tribunal de compadres cuya valía académica es, por decirlo de manera educada, dudosa. Ni que decir tiene que podemitas, socialistas y nacionalistas no le han evitado a Sánchez el sofoco por razones académicas. Los grupos que hicieron triunfar la moción de censura porque todos ellos querían sacar de la presidencia a Rajoy han encontrado una nueva empresa común aunque, igual que entonces, no por los mismos motivos. Que el PSOE quiera frenar el acoso a las virtudes académicas de su líder es algo que se entiende por sí solo pero los podemitas y los nacionalistas buscan otra cosa: que se deje de hablar de la tesis de marras porque tanto barullo no deja lucir los asuntos de interés para ellos, con el del soberanismo catalán en muy primer lugar. No resulta fácil mantener como noticia permanente la reiteración de lo mismo sin el menor argumento ni noticia que añada interés alguno, así que el terremoto sobre el trabajo doctoral debe acabar.

Menos lógico resulta que el Partido Popular se haya sumado a la iniciativa de Ciudadanos para imponer el control parlamentario sobre una gestión académica habida cuenta que el presidente de los populares, el señor Casado, también tiene el techo de cristal en cuanto a su propio máster. Pero ni siquiera Ciudadanos, el impulsor de la iniciativa gracias a la torpeza parlamentaria de Sánchez al contestar éste en la sesión de control de hace una semana una pregunta de Rivera que ni venía a cuento ni tenía por qué responder, intenta hacer sangre por motivos que tengan que ver con las limpieza de los procesos de doctorado. Se trata de acorralar al inquilino (provisional) de la Moncloa y cualquier excusa sirve.

Así que, en el fondo, al parlamento entero se le da una higa la manera como se obtiene el título de doctor. Quien sí que debería explicarse, pero no lo hará, es la universidad que le permitió a Sánchez obtener el diploma de manera vergonzosa y sin control alguno. Con al añadido aún más doloroso de que no se encuentra sola en ese compendio de disparates. Entre unos y otros, los sucesivos ministerios de Educación y los departamentos autonómicos correspondientes han degradado los másteres, los doctorados y, ya que estamos, las cátedras y las titularidades hasta convertir todo el conjunto de los mimbres académicos en un bodrio irreconocible para quienes vivieron tiempos de mayor seriedad. Por desgracia, nadie parece interesado en que las Cortes aclaren por qué ha sido así. Qué triste punto final.

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