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Distracciones estivales (y 6)

Todo a nuestro alrededor llama a cerrar el verano. Las primeras tormentas, el avance de los días en el calendario, la moda en los escaparates? Llegó la hora de tapar los muebles con sábanas, desconectar la electricidad, el gas y el agua, y cerrar las contraventanas para oscurecer la casa donde hemos habitado estas semanas; una casa quizá inexistente en el plano físico, pero que nos albergó desde finales de junio. Llegó el momento de dar dos vueltas de llave y volver a la realidad cotidiana. El primer cambio, más evidente, es que predomina el bronceado en los usuarios de los transportes públicos; el segundo, que las bocinas de los coches braman como señal de que la tregua terminó. De nuevo, la mano gigantesca e invisible ha dado cuerda a la rueda en que nos movemos cada día. El verano ha pasado por nosotros y no todos sufrimos depresión postvacacional: hay quien saluda la rentrée como el reencuentro con un viejo amigo, con quien se comparte costumbres conocidas y tranquilizadoras. Para éstos el mundo de septiembre -con horarios fijos, niños en los colegios y atascos automovilísticos-, como en un poema de Jorge Guillén, definitivamente, está bien hecho.

En lo mediático, la vuelta al "cole" está siendo más bien una vuelta a la "uni". Al previsible cóctel de temporada que combina una parte de efemérides -este año toca pormenorizada revisión del batacazo financiero de 2008-, otra de desastres naturales cíclicos -el ya inevitable seguimiento de huracanes, con grandilocuente verborrea al estilo estadounidense- y unas gotas de cuestión catalana, se añade un ingrediente nuevo e inesperado. Igual que hace años descubrimos la erótica de localizar corrupciones dinerarias aquí y allá, afanosa búsqueda que dio y sigue dando copiosos frutos, hoy nos lanzamos a buscar otra codiciada trufa: la corrupción académica. Eso sí: tanto el mangoneo económico como el fraude de títulos, en el ámbito político. Abierta la veda, además, se ha puesto en marcha el ventilador de acelerar y contaminar; impera, pues, el "todos mienten", derivado directo del "todos roban" anterior. Ante la bulla general de másteres que no lo eran y currículos hinchados con clembuterol -fuente inagotable de memes-, se pasa de puntillas por otros asuntos como el bailoteo del Gobierno, arrancada de caballo y parada de asno, que se ha retratado con el asunto de las bombas y las corbetas. Si no fuera tan grave, las declaraciones de la ministra portavoz sobre la precisión de los misiles daría para una buena carcajada a la salud de Gila; una carcajada amarga, como lo eran sus monólogos.

López Obrador tomará posesión de la presidencia de México en diciembre y ya ha anunciado su primera ley: recorte y limitación de salarios para los cargos públicos. Dando ejemplo, él cobrará un 60% menos que el presidente saliente. Una idea que acaso debería estudiar España, donde la crisis, lejos de haber terminado, sigue vivita y castigadora.

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