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Hoja de calendario

Pedro Villalar

Malas noticias

Soraya Sáenz de Santamaría se va de la política. El asunto no tendría relevancia general, más allá del ámbito de su propio partido y de sus votantes y simpatizantes, si la marcha no se debiera a haber sido derrotada en unas elecciones primarias, es decir, internas en su propia organización.

La democracia interna en el seno de los partidos requiere una mínima madurez política en los cuadros, que en España no se da en la medida necesaria. En el PSOE, la victoria inicial de Sánchez fue muy mal digerida por los derrotados, e incluso se produjo un golpe de mano, que fue corregido por la militancia. Ahora, en el PP, la victoria limpia de Casado desemboca en el abandono de la competidora, una mujer de indudable experiencia -un valioso activo por tanto para el PP-que se va porque ha perdido poder, porque no ha encontrado receptividad en el bando de los vencedores o por ambas cosas a la vez.

La democracia requiere espíritu (sincero) de servicio, tolerancia, capacidad de diálogo y negociación, disposición a admitir los propios errores y a encajar nuestra derrota en buena lid. Si no estamos dispuestos a acatar estas reglas de juego, más vale que no entremos en ella y que nos dediquemos desde el principio a luchar en la jungla privada. Pero mal irá el país si no van a la política los mejores, como quería Ortega.

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