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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

A nueve meses vista

La duración de un embarazo es de nueve meses. En situaciones normales los nueve meses, especialmente si no se trata de un primerizo, suelen trascurrir en relativa paz y tranquilidad, con sus correspondientes controles del ginecólogo y sus equivalentes ecografías que permiten seguir el desarrollo del feto y el sexo del todavía non-nato. El día señalado se produce el parto, y aunque en algunos casos se necesitan apoyos externos, con resultados positivos. Y en el contexto político nueve meses restan, finales de mayo de 2019, para que se produzca un triple parto: las elecciones europeas, las municipales, y las autonómicas (aunque éstas no en todas las comunidades autónomas). Y lo que debería contemplarse como una situación normalizada después de cuarenta años de régimen democrático (aunque algunos lo duden) se percibe como una cierta "excepcionalidad".

En cualquier proceso, en cualquier embarazo, coexisten una serie de entornos que pueden facilitar o dificultar el parto. En nuestro caso la coyuntura política y socioeconómica relativamente novedosa y agitada que nos ha tocado vivir en España puede afectar a los nueve difíciles meses de embarazo autonómico y municipal. La moción de censura (¡hace escasamente cien días!) ha configurado una nueva realidad política. Un gobierno socialista en minoría, presidido por Pedro Sánchez; el PP pierde democráticamente la presidencia del Gobierno y pasa a la oposición, acompañado (colateralmente) por Ciudadanos. Sin duda la corrupción estructural en las entrañas del PP fue causa suficiente; pero además se añadió un cansancio y un significativo malestar social (incluso en sectores propios o simpatizante del PP) que ayudó a llenar el vaso. Los populares han cambiado su equipo dirigente, modificando su talante y su discurso. Se han instalado en cierta radicalidad de tintes ultramontanos. Su batalla política, parlamentaria y extra, será dura. Ciudadanos, con su líder, Albert Rivera, al frente y acompañado de su partner, Inés Arrimadas, siguen cabreados por su "derrota" aunque sea de rebote, y se han instalado en una guerra a muerte practicando una paranoia política sin horizontes claros.

Pero, además, aunque, tal como reconocen analistas de diversas ideologías, el resultado de la moción de censura supusiera un cambio en el "estado de ánimo colectivo", los problemas siguen vivos y coleando aunque el cabreo cívico sea menor. El buen "clímax" no está garantizado. El gobierno minoritario socialista, aunque cuente con un buen equipo ministerial que sorprendió a tirios y troyanos, no tiene garantizada su mayoría parlamentaria en asuntos prioritarios. Parece que tiene intención de agotar la legislatura. No lo tienen fácil. De momento sobre la mesa: el techo de gasto y el Presupuesto 2019, y suma y sigue. Escuchar (¡no sólo oír!), negociar, pactar€ no es tarea fácil, pero imprescindible en la inmensa mayoría de países europeos donde, como en España, ya no existen mayorías absolutas ni bipartidismo reinante. Tal complejidad puede provocar ciertas ambigüedades tales como la que vivimos estos días en políticas de inmigración, en el "uso" posterior del Valle de los Caídos, en el contencioso con la Justicia belga. Pero además si pretende mantener un clímax social positivo es necesario que el presidente Sánchez, tal como se ha comprometido, redacte una agenda política y de gestión de temas prioritarios que afecten a la cotidianidad de la ciudadanía.

En estas líneas he intentado aproximarme a nuestros contextos políticos y socioeconómicos que pueden condicionar los resultados de los procesos electorales del mayo 2019. Considerando a su vez que unos malos resultados autonómicos (incluida nuestra comunidad) y municipales (especialmente el voto urbano en ciudades relevantes), por falta de visibilidad podría conducir a un adelanto de las elecciones generales.

Me he dejado el meollo: los nueves meses de embarazo en nuestra comunidad para renovar todas nuestras instituciones (Parlament, Govern, consells, ayuntamiento). Continuará.

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