La vida está llena de casualidades y coincidencias paralelas. Una de ellas le ocurrió a Pedro Sánchez. Fue en febrero de 2016. Embarcó el último en un avión con overbooking y tuvo la suerte de sentarse en la ventilla de emergencias; un asiento codiciado por muchos pasajeros con el único afán de poder estar más anchos durante su viaje. Junio de 2016. Apareció el último por el Congreso de los Diputados y "sus amistades peligrosas" lo convirtieron en presidente del Gobierno. Un afán, éste, el de presidente que sólo él perseguía con insistencia, tesón y cabezonería a pesar de haber sido apartado por sus correligionarios socialistas.

Bruselas-Madrid. Dos horas de viaje que dieron para mucho. Quizás he sido uno de los pocos ciudadanos que durante varias horas he tenido la oportunidad de departir de manera natural con el actual presidente del Gobierno. En la distancia corta, he de confesar que gana. Lo difícil era romper el hielo. Pedro me interrumpió la lectura de un libro de bolsillo escrito en mandarín. Complicado idioma me espetó. Sí, pero no más que la política, le respondí yo. Ese fue el gancho para iniciar nuestra charla. En ese momento me di cuenta que me lo había metido en el bolsillo.

Hablamos de muchas cosas: de la situación económica de España, de la situación política en Balears. En este punto se interesó por la actual inquilina del Consolat. "¿Qué tal Francina? ¿Cómo lo está haciendo?", me preguntó. "Pedro, me sorprende que me hagas esta pregunta", le respondí yo. "Imagino que tú tienes tus gargantas profundas en el PSIB que te cuentan que Francina está atada de pies y manos por Podemos y los econacionalsoberanistas de Més". Deduzco que la pregunta era totalmente intencionada. Pedro es consciente de que no puede confiar en ella tras los varios desplantes que le ha hecho. En la primera etapa de Sánchez, Armengol apostó por él. Tras el descalabro electoral del PSOE, Francina optó por apoyar a Patxi López. Pedro sabe que Francina hoy tanto le da una palmadita en la espalda como le clava un puñal.

Otro de los temas que tratamos fue el de la educación de este país? Pedro se interesó por mi situación laboral. Evidentemente le expliqué que era el director de la Alta Inspección de Educación y que dependía del ministerio de Educación. Creo que, en ese momento no sabía muy bien de qué trataba mi trabajo. Tras un largo debate sobre la situación educativa en nuestro país y matizarle algunos aspectos cruciales de la LOMCE, llegó a confesarme, entre susurros, que no se había leído la ley de educación en profundidad; pero que políticamente tocaba hacer oposición.

Ese tema desencadenó en otro no menos importante: la profesionalización de la cosa pública. Pedro me defendió que es importante profesionalizar la función pública. Los mejores funcionarios tienen que ser puestos en valor en la Administración independientemente del color político. Me llegó a confesar que él si algún día llegase a ser presidente del Gobierno designaría en los puestos más importantes del Estado a gente preparada independientemente de su filiación al PSOE o no.

Tararí que te vi. Con los nombramientos realizados hasta este momento parece que no guarda mucha coherencia con lo que me dijo entonces. Evidentemente la melodía del discurso de Pedro suena bien. Suena tan bien que ha sido capaz de componer una canción, la moción de censura contra el Partido Popular, que ha enganchado al resto de los partidos de la oposición arrastrándolos a la pista de baile.

Nuestra conversación se prolongó casi hasta que el comandante de la aeronave anunció por megafonía que iniciábamos el descenso al aeropuerto de Madrid-Barajas. En ese momento, nos interrumpió una de sus asesoras, atemorizadas por el contenido de la conversación. "Disculpa, ¿te importa cambiarme el sitio? Tengo que despachar unos asuntos con Pedro". Acepté. Ya le dije todo lo que tenía decir.

Otra casualidad paralela. Julio de 2018. Esa que es delegada del gobierno de Pedro Sánchez me ha invitado a dejar mis funciones en la Alta Inspección, sencilla y llanamente, por mi filiación al partido político que estaba en el gobierno. Hoy es cuando me doy cuenta que esa melodía y esa música de Pedro Sánchez no son más que de "postureo" y lo que sigue vivo es el ADN del PSOE. Sectarismo, revanchismo y poca altura de miras.

Me voy con la satisfacción de haber realizado bien mi trabajo y de haber sido capaz de aportar un valor añadido a la educación de nuestro país. Y lo seguiré haciendo desde mi puesto de profesor de lengua castellana en un instituto de Palma.

Pedro, compañero de viaje, hasta la próxima.

* Ex director de Alta Inspección Educativa