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Joaquín Rábago

360 grados

Joaquín Rábago

No han aprendido nada

Me temo que el Partido Popular de la corrupción no ha aprendido nada de su expulsión del Gobierno por una moción de censura que tendría que haberse producido mucho antes. Y digo que no parecen haber aprendido nada por la elección como nuevo líder de un joven político sobre el que sobrevuela la sombra de cohecho, aunque en su caso no esté ligado, como en tantos otros casos conocidos, a la contratación de obra pública.

Porque cohecho pasivo, y no otra cosa, es que un político acepte, como, según la juez, parece haber hecho Casado, un regalo obtenido mediante el abuso de las más elementales normas académicas. Y calificar lo ocurrido de "anécdota" y hablar de que Pablo Casado es sólo objeto de una "cacería" por parte de la izquierda, como hacen sus correligionarios, es intentar relativizar un hecho grave, que además desprestigia a nuestra Universidad en su conjunto.

Un comportamiento en el mejor de los casos poco ético grave que en cualquier otro país de menor tolerancia con la corrupción habría dado ya lugar a la dimisión del presunto tramposo y la expulsión de quienes facilitaron la trampa. Como hemos visto ocurrir, por ejemplo, en Alemania cuando un ministro se vio acusado de plagio en su tesis doctoral y decidió no sólo dimitir, sino poner por algún tiempo un océano por medio.

Y que el caso vaya a acabar en el Tribunal Supremo, de mayoría claramente conservadora, es sólo posible por el abuso que aquí se ha hecho siempre de los aforamientos, algo que no se cansan de denunciar -hasta ahora en vano- los nuevos partidos. Pero si es grave la minimización que está haciendo el PP de ese caso, no lo es menos la frivolización con la que lo trata un sector de nuestra opinión pública, tan aficionada a convertir todo en chistes que luego circulan por las redes sociales. Lo ocurrido con Pablo Casado, pero también con su correligionaria ex presidente de la Comunidad madrileña, es una forma de entender el ejercicio del poder difícilmente compatible con un sistema plenamente democrático. Y debería avergonzar, y mucho, no sólo a quien aspira a gobernar el país, sino también a cuantos, a juzgar por sus reacciones, parecen considerarlo sólo peccata minuta o simple motivo de chanza.

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