Diario de Mallorca

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José Francisco Conrado de Villalonga

´Les falzies' (Los Vencejos)

En la inmediación del anochecer de uno de esos días ardientes de este verano -estíos siempre pródigos en vivencias-, estábamos sentados, en el jardín de una finca del centro de la Isla, un hombre de campo, que ha ejercido como tal toda su vida y, yo mismo, que aunque no he profesado como él, si he sentido siempre y siento afinidad y proximidad con la tierra, con las robustas encinas, la sombra de las higuera, el fragancia de la resina de pinos y de las matas, con calidez del bosque mediterráneo. Resulta inevitable trasladar los pensamientos a aquellas canículas que sin duda debieron de embriagar a nuestros antepasados y también a aquel mundo helénico y arcaico en el que la molicie y laxitud debieron inspirar poemas testigos de su tiempo, como nosotros del nuestro, Arquiloco de Paros, Calino, Solon -Elegía de las musas-, Safo de Lesbos, poetisa de vida dispersa, Anacreonte de Ática, que habla del amor, Homero y Heráclito. En definitiva lírica inspirada en parajes de aquellas islas tan semejantes a la nuestra. En aquel atardecer en el que ya me iba bien pensar poco y oír -que no escuchar-, mi campestre contertulio me hizo observar los movimientos erráticos de una bandada pájaros que yo califique de golondrinas pero que inmediatamente fui advertido de que no, que no eran "oronelles (golondrinas) sino falzies i, miri com se belluguen de falagueres".

Aquella sabiduría natural del hombre, me recordó una expresión de una rondalla de Antoni Maria Alcover (Ron.i, 84), cuando dice, "mes falaguera que una falzia" y, desde la instrucción en ornitología que acababa de recibir, me sentí inspirado en saber más sobre los vencejos -les falzies-. Mi sorpresa sobre esta criatura que vive en el aire, fue extraordinaria. Ese pájaro oscuro de largas alas puede estar tres años revoloteando sin tocar tierra, volando con delirante alegría, evolucionando en grandes bandadas. Viene de África en donde pasa el invierno, se alimenta exclusivamente de insectos, más de 800 diarios. Una bandada de vencejos puede liberarnos de 40.000 bichos diarios, moscas, mosquitos, arácnidos que transporta el aire y tanto incomodan. ¡Duermen, se aparean, y copulan en el aire! Viven aferrados en el vacío, el viento es su fuerza vital en la que se sienten libres, su patas son extremadamente débiles, en Grecia los conocían como cypselus apus, es decir sin pies. Si caen a tierra les resulta muy difícil levantarse y reiniciar el vuelo, entonces emiten un sonido melancólico? En esto se parecen a lo que nos pasa a los humanos que cuando nos hundimos nos sentimos incapaces para volver a remontar.

En el Museo del Prado se exhibe un magnifico tríptico de El Bosco (1450 - 1516), El jardín de las delicias de aquel pintor holandés que siempre estuvo interesado en dibujar con todo detalle el mundo animal. En él, creo, aparece algún vencejo. Cuando vi por primera vez esta obra pensé que la vida es suficientemente complicada, como decía Unamuno, "la vida que siento y sufro", (O.C. II, p. 685), como para que hayamos perdido la capacidad de interacción con la sorprendente biodiversidad de la naturaleza animal. "Los vencejos sueñan despiertos", dice David Álvarez en un libro de divulgación sobre ecología. Y nuestras falzies nos aleccionan y sensibilizan sobre la libertad.

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