Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Crónicas estivales (IV): Historietas de mi Leica

Leica no es el nombre de un perro, ni de un grupo musical de fama. Se trata de una máquina fotográfica de gran precisión, de fabricación alemana, que fue utilizada por la aviación nazi en la Segunda Guerra Mundial ya sea para labores de observación ya sea para comprobar los efectos de bombardeos. Y ahora, en el momento de escribir esta crónica, tengo sobre mi mesa de trabajo una preciosa Leica modelo DPR con telémetro integrado que utilizó mi padre, aviador de carrera y que fue destinado "voluntariamente" a reforzar a las fuerzas de Franco en la base de hidros de Pollença. Esta Leica registró parte esencial de mi infancia, de mi juventud, y parte de mi vida adulta.

La primeras fotos de las que tengo constancia corresponden al año 1942, en la base aérea de Ferrara (Italia). Mi padre, terminada la guerra en España, regresó a Italia con mi madre y conmigo. Fue destinado a Ferrara, aunque al poco tiempo, se le derivó a las "colonias" italianas del norte de África. La primera foto corresponde a una misa, cuyo altar estaba ubicado bajo el ala de un avión militar, cuyo celebrante era un teatino mallorquín de apellido Adrover que fue de gran ayuda para mi madre recién aterrizada en Italia y con su marido en Libia. La segunda foto también corresponde al mismo año y lugar. Mi madre sonriendo junto a una bicicleta y yo con mis casi tres añitos a su lado. Su destino eran sus padres (mis abuelos) en Mallorca. Pero tal fotografía reproduce, tal como me explicó muchos años después, un "intercambio" de enseres entre mi madre y otras amas de casa italianas. Mi madre aportaba productos comestibles procedentes del economato militar al cual no tenían acceso los civiles, y las amas de casa aportaban productos agrarios naturales (huevos€). Terminado el conflicto mundial mi madre y yo regresamos a Mallorca con mi Leica. Los veranos los pasábamos en Can Tunis (Son Ferriol) donde mis abuelos tenían un huerto relativamente grande con molino incluido, y unas amplias casas en la carretera. La Leica retrató el fantástico coche de mi abuelo con un "portapasajero" en el exterior trasero, y la bici con la que mi madre me transportaba atado en el sillín trasero por un camino de tierra (cercano al Son Banya actual) hasta las magníficas dunas de Can Pastilla donde pasábamos el día con baño incluido.

Y pasaron los años. Y la Leica fue testigo de las maravillosas excursiones de mi adolescencia por las cimas y cuevas de la Tramuntana así como de "campamentos" en Santa Ponça y sa Ràpita€ Y diez años después con mis alumnos de bachiller por el Pirineo Aragonés y catalán (Aneto, Posets, Monte Perdido, lago San Mauricio€).

Y largos decenios después, en los entornos de 1990, ocurrió lo imposible de creer pero que aconteció, siendo la Leica protagonista involuntaria. Un amigo nuestro había comprado o alquilado un pequeño terreno agrícola, ubicado en la carretera vieja de Sineu cerca de Son Ferriol, donde pretendía (dudo que lo consiguiera) crear su propio huerto (cuasi) urbano. Un día, mi mujer y yo fuimos a visitarlo, y nos dimos un garbeo por los entornos. Y caminando entre las malezas chocamos con lo que parecía un refugio antiaéreo de la Guerra Civil. Desbrozamos sus alrededores próximos y forzamos una puerta de madera. En su interior, en medio de mil y tantos restos de muebles podridos y estanterías retorcidas, aparecieron unas cajas relativamente bien conservadas. Las abrimos. Y en su interior, mezclado con múltiples cartapacios, apareció un cajetín con un nombre cubierto de tierra. Lo limpiamos. El nombre era: Armando Tarabini, mi padre. En su interior documentación suya y unas fotos enmohecidas. Perspectivas de Menorca, zona roja, realizadas desde en el aire. Reproducción fotográfica de los "efectos" de los bombardeos sobre Barcelona. El instrumento utilizado: mi Leica. No fue un sueño de verano o resultado de una borrachera. Nuestros acompañantes y testigos eran y son personas de honor y de cierta relevancia social.

La Leica paso a ocupar espacio en el baúl de los recuerdos. Compré mi propia máquina japonesa. Y posteriormente mi móvil con cámara incorporada. La multitud de fotos y más fotos, siendo algunas de ellas referentes, nunca han ocupado en mi vida el papel de mi Leica. Para más inri un buen amigo mío me regaló un palo de selfie para autorretratarme solo y/o acompañado. En mi próxima Crónica les narraré mi convivencia y mis experiencias con mi móvil con cámara incorporada y con mi selfie.

Compartir el artículo

stats