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Marga Vives

Por cuenta propia

Marga Vives

Personas que piensan en las personas

Somos muchas personas en el mundo. Según la ONU, hacia la segunda mitad de este siglo la población mundial alcanzará los diez mil millones de habitantes y el planeta implosionará, o al menos eso pronostican los apocalípticos. En otras palabras, "estamos jodidos". Lo dice el profesor de Cambridge Stephen Emmott, experto en computación científica. Es interesante recordar que en 2015 Emmott colaboró con el realizador Peter Webber en el documental Ten bilion, en el que alertan de los peligros de la sobrepoblación, una "pesadilla para un mundo con recursos limitados", que ya ha originado problemas como el de las migraciones masivas, la saturación humana en las grandes ciudades, el cambio climático o la cada vez más desigual capacidad económica entre unos países y otros.

Las corporaciones y los grandes organismos internacionales justo empiezan a tratar de gestionar grandes acuerdos para acomodar las consecuencias irremediables de estas cifras macro. Pero hay quien, por ejemplo, todavía recuerda cómo los intentos de las potencias internacionales por erradicar el hambre y la desnutrición en el Tercer Mundo en los años 60 acabaron por generar una agricultura más intensiva, de mayor consumo de recursos, de pesticidas y de fertilizantes químicos y, finalmente, una crisis de alimentos que hoy sigue comprometiendo la supervivencia de una parte importante del planeta. Gestionar esta inmensa mole de almas, Big Data y tensiones geopolíticas expuestas a la vista de todos en los dispositivos electrónicos se ha convertido en algo que a muchos nos parece imposible para cualquier mortal. Parece que aquél concepto de "aldea global" se le ha quedado corto al mundo actual.

Por eso me gusta pensar en los pequeños lugares, porque los problemas hay que resolverlos en el sitio exacto en el que se originan, antes de que se generalicen (que es cuando desafortunadamente los vemos). Y eso lo está advirtiendo la gente que ya se organiza. Hallar una solución efectiva puede no depender siempre del dinero. A veces basta pensar en colectivo, personas que se ocupan de otras personas que tienen a mano, puerta con puerta, a las que pueden tocar, con las que hablan y a las que escuchan. Total, si el 1% de la población posee la mitad de la riqueza de la Tierra, poco podemos confiar en controlar las grandes estructuras que producen el poder económico. Mejor nos centramos en lo inmediato, a ver si algo de esto se contagia.

Esta semana, en Palma, las asociaciones de vecinos del casco antiguo han presentado una propuesta de cuarenta medidas para procurar la calidad de vida en el barrio. Sugerencias como la creación de un observatorio municipal compartido entre la Administración, los ciudadanos y los negocios privados de la zona, o la descentralización de los recorridos turísticos y de las actividades de ocio exterior, así como el escalonamiento de la llegada de los cruceros al puerto son algunas de las mejoras que sugiere esta plataforma, que advierte de que "lo que no se mide no se gestiona". El problema de la masificación urbana es una traslación a pequeña escala de un problema universal, que plantea el reto de que necesitamos caber para sobrevivir. Y eso exige observar todas esas otras realidades vecinas que posiblemente no son la nuestra, pero que ocupan nuestro mismo espacio. El objetivo de esta iniciativa, según sus impulsores, es iniciar un diálogo público para lograr nuevas fórmulas de convivencia que encajen en un mundo que ha cambiado y que lo seguirá haciendo, pero que no debería matar nuestras rutinas más próximas, aquellas con las que nos sentimos cómodos e identificados y que podemos manejar con facilidad.

No tiene sentido buscar la sostenibilidad del planeta si a pequeña escala somos insostenibles, si no nos soportamos. En Establiments, la pequeña comunidad de un par de miles de residentes pugna por rehabilitar los espacios de uso y encuentro público y mejorar la seguridad vial, que produce situaciones de peligro, sobre todo en horario escolar. Además, hay dificultades de conexión con el centro de Palma, a cuyo término municipal pertenecen, y la frecuencia y puntualidad del bus municipal deja mucho que desear, explican. Son como una aldea gala, que ha presentado ahora a Cort un proyecto de reforma integral de las instalaciones deportivas de la plaza del pueblo, de modo que la parte superior se destine a plaza y las dependencias inferiores, a polideportivo. Es una de las propuestas que se puede votar en el área de Govern Obert de la web del ayuntamiento.

¿Para qué molestarse en tratar de mejorar el mundo si dejamos que lo que podemos cambiar en casa se diluya, deje de existir porque no se ve o porque no le prestamos ninguna atención? En los Estados Unidos, un estudio ha revelado lo que sucede cuando la prensa local desaparece; los gobiernos municipales suben impuestos, contratan y gastan más o son menos eficientes. Parece que los medios online no vigilan al político municipal como lo hacen los diarios de pueblo y, sin embargo, cada vez hay menos cabeceras en papel y la información de proximidad, en la práctica, se devalúa.

Somos muchos pero mal repartidos y tenemos esa estúpida tendencia a indignarnos por lo de más allá y descuidar lo que tenemos más cerca. Por eso, reivindico lo pequeño, lo que cabe en unas cuantas hectáreas y cuyo poder de transformación, aunque no lo parezca, es infinitamente mayor que el de quien se sulfura desde el sofá y con un simple clic censura causas por las que sabe que nunca tendrá que levantar el culo del asiento. Así cualquiera.

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