Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Libertad de expresión

Quienes defendemos la libertad de expresión como algo obvio, deberíamos aceptar de buen o de mal grado, pero aceptar al fin y al cabo, expresiones que nos hieren o nos sublevan. Otra cosa es tratar de contener la rabia y la lengua desatada, y darle a esa rabia un canal para que tal rabia no se quede en exabrupto o alivio estomacal, sino en un argumento más o menos tratable. Lo digo porque muchos reducen y limitan la libertad de expresión a insulto, vómito verbal y eructo. Es sabido que existen calidades, incluso en algo tan sagrado como la libertad de expresión. Porque, ¿de qué expresiones estamos hablando? ¿De todo tipo de expresión? ¿Barra libre a cualquier expresión? Expresión, no libre, sino libérrima. ¿Y qué supone todo eso? Si es así, habrá que aceptar, entonces, que durante la dictadura de Franco se hicieron ciertas cosas bien. Quien diga tal cosa, está haciendo uso de la libertad de expresión. En cualquier caso, si es insultado o vilipendiado o agredido por afirmar tamaña cosa, siempre podrá arrimarse a la sombra acogedora de la libertad de expresión, que a todos puede acoger, sea cual sea la ideología de quien hace uso de ella. Siempre he pensado que la libertad de expresión necesita ser matizada, que no vale tal cual, a lo bestia y caiga quien caiga. Por supuesto, todos podemos decir lo que nos venga en gana. Ahora bien, deberíamos saber, a no ser que seamos imbéciles de raíz, que toda palabra, que toda expresión, que todo acto tiene sus consecuencias. Eso se llama responsabilidad. La barra libre, el gratis total es muy tentador, pero a la postre redunda en una sociedad malcriada, tonta, caprichosa y tiránica. Decir lo que a uno le da la gana, porque sí, por mi cara bonita, porque ¡viva la libertad de expresión y a joderse todos! es propio de niños desvergonzados que necesitan, iba a decir una buena hostia, pero cualquiera se atreve. Pongamos que necesitan un severo toque de atención y muchas lecturas. Ahí está el respeto y, lo siento, la importancia de las formas. Eso no quita que ante la injusticia flagrante, el abuso y acciones del todo merecedoras de castigo, uno se suelte la melena y maldiga a diestro y siniestro. Todo eso es muy, muy, demasiado humano. Ahora bien, uno cree que la libertad de expresión merece ser salvaguardada, pero también es cierto que la libertad de expresión merece mejores usuarios, más inteligentes, menos gañanes y, sobre todo, más abiertos a otras libertades de expresión, provenientes de ideologías o sensibilidades opuestas o, por lo menos, muy distintas. Estamos aquí para saber encajar los golpes, pero también para darlos, siempre que esos golpes sean argumentados o expresados con cierta elegancia. Igual estoy pidiendo demasiado.

Valtonyc puede cantar lo que quiera, faltaría más y así debiera ser, pero podría cortarse un poco entre canción y canción y dejar de animar a la gente a disparar contra todo guardia civil que se cruce en su camino. Porque ahí estamos fuera del texto de la canción, y el cantante ya deja de serlo para ser un ciudadano más que incita a la violencia. A no ser que el ser humano no sea más que una metáfora andante. Si es así, me callo. En cualquier caso, si yo me sintiese especialmente ofendido por alguna letra o insulto, lo último que haría sería denunciar, demandar, y mucho menos exigir cárcel al que ofende. Jamás. Esto sólo lo hacen los acusicas. Ahora bien, me defendería con el más sutil y demoledor de los ataques: mediante la palabra argumentada. O, en fin el silencio, y desactivar al atacante haciendo mutis por el foro. Otra forma, por cierto de libertad de expresión: el silencio, el gran silencio.

Compartir el artículo

stats