El próximo día 25 de julio se cumplirán 80 años del comienzo de la Batalla del Ebro. Como hijo de republicano y humilde trabajador socialista de la localidad de Cinctorres, (Castellón), explicaré algunos hechos relacionados con dicha contienda. Mi padre combatió en la Batalla del Jarama como soldado y en la Batalla del Ebro como camillero. Al perderla, pasó exiliado a Francia, fue retenido en el Campo de Concentración de Argelés y, a los quince días, fue trasladado al campo de concentración de Barcarés. Cuando los alemanes invadieron Francia fue obligado a construir el Muro de Defensa del Mediterráneo, desde la frontera española hasta la italiana durante cuatro meses. Fortificaciones, búnquers, nidos de ametralladora, pozos de tirador..., con la curiosidad de que únicamente trabajaron los exiliados republicanos españoles y los refugiados italianos. Cobraron el sueldo diario francés de ese año a pesar que estaban presos.

En Agosto de 1949, regresó a su pueblo. No pudo venir antes porque el alcalde no le firmó la autorización. Según la documentación que consulté hace algunos años en los Archivos militares de la Subdelegación de Defensa en Castellón, "no estuvo acusado ni imputado en ninguna causa de guerra". Estoy muy orgulloso de ser Comandante del Ejercito de Tierra retirado y de tener un padre que luchó por la Democracia y la Libertad durante la Guerra Civil.

En la Batalla del Ebro, fueron movilizados 27.000 chicos de 17-18 años, que combatieron con alpargatas por las montañas y localidades tarraconenses y de Zaragoza. Según el historiador Andreu Caralt, al que felicito por su gran investigación, todavía viven unas decenas de combatientes de la conocida como 'quinta del biberón'. Para algunos expertos, la Batalla del Ebro fue la mayor y más sangrienta de la Historia de España e incluso hay quien ve una similitud con la batalla de Verdún en 1916 y la de Stalingrado en 1942, consideradas las tres más grandes contiendas del sigllo XX.

Como hijo de luchador vencido y como socialista, a los pocos que quedáis junto a vuestros familiares "os animo a que expliquéis vuestras vivencias y los hechos sucedidos". Se enfrentaron según algunos historiadores unos 300.000 hombres y se calcula que murieron entre 40.000 y 60.000. Se podrían explicar, por ejemplo, los duros combates entre el día 9 y el 19 de agosto de 1938 en la Cota 705 de la Sierra de Pándols de la localidad de Pinell de Brai en la comarca Terra Alta. Los combatientes republicanos pasaron mucha sed e incluso hubo muchos soldados que tuvieron que beber su propia orina.Quien planeó y organizó el ataque de la Batalla del Ebro fue el General Vicente Rojo, un gran estratega, muy preparado militarmente y que no fue mando africanista. Los medios materiales de que disponía la República eran muy inferiores a los que tenía el General Franco como aviones, piezas de artillería, carros de combate, vehículos etc.Se podría explicar todo esto en conferencias, pero sobre todo en colegios e institutos para que los alumnos sean conocedores de los citados hechos.

Mi padre, al ser hijo de viuda, no realizó el servicio militar, pero cuando el Gobierno republicano necesitó más hombres, fue movilizado en noviembre de 1936 en la caja de reclutas de Castellón. Realizó la instrucción en Cuenca y con el Batallón Villarrobledo combatió en el frente de Madrid, participando en la Batalla del Jaráma. Al cabo de unos meses, fue herido en la localidad de Seseña y trasladado al Hospital de Aránjuez. Luego le concedieron una convalecencia y disfrutó de permiso, incorporándose al frente y luchando en la Batalla del Ebro.

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, fue trasladado por el Gobierno francés desde el Campo de Concentración de Barcarés a un acuartelamiento de la ciudad de Lyon junto a otros exiliados republicanos. Su trabajo durante muchos meses fue cargar bombas y material de guerra a los camiones para ser trasladado al Norte de Francia. Cuando la invadieron los alemanes, se replegó en retirada junto a otros compañeros soldados exiliados, franceses y personas de otros países hasta llegar al sur del país.

Terminaré relatando lo que me contó mi padre: al perderse la Batalla del Ebro a finales de noviembre de 1938, los oficiales republicanos recibieron órdenes de sus mandos, de que aquel que quisiera, podía abandonar las trincheras y huir a Francia. Caminaron a pie hasta la frontera. Pese a ser un ejército derrotado y en retirada, los nacionales-rebeldes se ensañaban con los republicanos y bombardeaban las carreteras principales por las que huían tanto militares como civiles, obligándoles a tomar caminos y senderos cargados con las pocas pertenencias que habían podido salvar.

Quisiera que ésta carta se pudiera convertir en un pequeño homenaje para aquellos combatientes, que como mi padre, lucharon por sus ideas políticas, para poder tener trabajo, para que no fueran explotados por los caciques que había en todos los pueblos de la citada época y que no abusaran dichos caciques de los trabajadores.