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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Casado arrincona al PP en la derecha extrema

Joven, cínico y dispuesto a romper la baraja. Pablo Casado se mira en el espejo de los emergentes líderes de la derecha dura europea. Modelos como el del canciller de Austria son los suyos

En el caso de que los compromisarios del PP opten por echarse al monte, jugar la carta que con éxito han puesto sobre la mesa los jóvenes turcos de la derecha extrema europea, Pablo Casado será el presidente del PP, el viejo y ahora desvencijado partido que fue de las clases medias españolas. Cabalgando los destrozos que en la institucionalidad española ha desencadenado el independentismo catalán, que ha dispuesto en todo momento de la interesada colaboración, plasmada en la inacción, de los gobiernos de Mariano Rajoy, utilizando con escasa estética y ninguna ética la cantinela de la rendición de los socialistas ante el separatismo y los "amigos de ETA", el espantajo que todavía espera la derecha que le otorgue ventaja en las urnas, Pablo Casado pretende una enmienda a la totalidad al PP de Rajoy, de quien hoy reniega con la misma vehemencia con la que lo defendió al ser agraciado con la vicesecretaría de Comunicación del partido.

Tengámoslo claro: estamos ante un político con nulos escrúpulos, como corresponde; es Casado alguien capaz de sostener que quienes pugnan por dar decente sepultura a las víctimas del franquismo que yacen por decenas de miles en las cunetas de España, son historias "del abuelo", que exhiben quienes alientan enfrentamientos superados, para, al tiempo, enfatizar ampulosamente, henchido de justa indignación, que de ninguna manera aceptará que se humille a las víctimas del terrorismo, a los asesinados por ETA. Según Casado, al igual que para algunos de sus conmilitones en el PP, caso del desabrido Rafael Hernando, los muertos de ETA son víctimas que requieren perenne reconocimiento, las del franquismo no se sabe qué; sí deslizan que constituyen un molesto recuerdo.

Pablo Casado destila sin posibilidad de disimulo lo que es: un diseño de la derecha dura, que trata de imponerse en España haciéndose primero con el control del PP. Ha echado por la borda la cara tesis defendida por los populares de que todo lo que fuesen coaliciones de quienes no habían llegado primeros en las elecciones eran nefandos "pactos de perdedores", encaminados a bloquear el legítimo derecho del PP a gobernar ayuntamientos, comunidades autónomas y ahora estar en el Gobierno de las Españas. La coalición de segundones es la que trata de articular con la gran damnificada, María Dolores de Cospedal, para que Soraya Sáenz de Santamaría, que a lo que se ve encarna las grandes carencias que atormentan al PP, no se haga con el santo y la limosna. Se ha tornado aceptable y consecuente el pacto de perdedores del que Casado abominó con contumacia.

El pretendido querubín de la derecha dura, el aznarista nuevamente sobrevenido tras haber disimulado su procedencia, es, además, un portento, probablemente dotado de un coeficiente intelectual asimilable al de los superdotados, porque solo así es plausible entender cómo cursó su carrera universitaria, en la que en meses despachó asignatura tras asignatura. No hay casi precedentes de tamaña heroicidad. Pablo Casado liquidó Derecho y los correspondientes posgrados americanos (que los despachara en Madrid es asunto menor) sin descomponer la figura. Solventó el expediente. Los padrinazgos de los que dispuso parece que están siendo objeto de investigación en un juzgado.

Ese el hombre llamado a renovar la derecha. Tiemble Albert Rivera, llega Casado revestido de mejores atributos.

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