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Camilo José Cela Conde

Beneficios del diálogo

Puede que la mejor prueba de que el diálogo entre el presidente del Gobierno y el de la Generalitat ha sido un éxito es que no haya gustado a nadie. Salvando las versiones oficiales que, por otra parte, coinciden en muy poco, los restantes comentarios hablan de fracaso. Los constitucionalistas apuntan a que lo único logrado es puro postureo: fotografías, visitas turísticas, apretones de mano. Los soberanistas son aún más crueles y acusan a Torra hasta de prestarse a esos gestos, tachándole de poco menos que de traidor. Pero es el propio presidente de la Generalitat el que quizá haya sido más contundente al plantear lo vacío del diálogo del lunes. Según él, el 80% del encuentro versó sobre la autodeterminación. Pero no sólo no hubo ni la menor alusión a tan espinoso asunto en ninguna nota oficial sino que cabe pensar dónde acabaría Sánchez de hacer el más mínimo gesto en favor, pongamos, de un nuevo referéndum en Cataluña.

La peor secuela de ese primer encuentro puede que sea la precipitación con la que Torra ha anunciado la puesta en marcha de una Constitución catalana. Como semejante iniciativa ya se emprendió, y todos saben dónde ha conducido „el juez Llarena ha suspendido la condición de diputados del Parlament de Cataluña a Puigdemont y los demás procesados por rebelión que se encuentran en la cárcel„, el proyecto de reavivar lo que no pudo llegar siquiera a la casilla de salida se antoja un brindis al sol.

¿A santo de qué, entonces, cabe hablar de éxito?

Pues tampoco es tan difícil adivinarlo. Ya de entrada, que el anunciado choque de trenes termine convertido en un acto protocolario de llegada a la estación es un verdadero triunfo frente a la dinámica catastrofista vista como alternativa única. Pero hay más. Al margen de los paseos de Sánchez y Torra cogidos casi de la mano, que se anuncie el seguimiento del diálogo por parte esta vez de los vicepresidentes - Carmen Calvo y Pere Aragonés„ abre una puerta mucho más esperanzadora aún, toda vez que es seguro que en ese encuentro no se hablará tanto de autodeterminación como de inversiones y, tal vez, de cambios constitucionales basados en el pragmatismo y el sentido común.

Pero a pesar de que el hecho de haberse producido el diálogo y apuntarse su continuación sean aciertos políticos, la mala noticia que empaña el éxito de Sánchez es su limitadísima capacidad para ir más allá. La aritmética parlamentaria manda. Se diría, pues, que ha alcanzado ya casi todo lo que puede pretender hacer por sí solo. Con las cuentas de los escaños actuales, su margen no da para mucho más. Si estuviésemos hablando de un maestro de la estrategia política, cabría pensar que es el momento de sacar rédito al diálogo convocando elecciones antes de que se ponga de manifiesto el cortísimo alcance de los nuevos modos. Pero eso está por demostrar.

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