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Juan Tapia

Nuestro mundo es el mundo

Joan Tapia

El peligro de la guerra interna en el PP

Desde la elección en 1990 de José María Aznar como líder (por decisión de Manuel Fraga, el PP -entonces AP- ha sido un partido dirigido con puño de hierro en el que la cúpula ha impuesto siempre sus criterios. Y no se alteró en absoluto cuando Rajoy tomó el relevo. Hasta el punto que Aznar, quien le cedió el poder, quedó apartado, arrinconado y rencoroso. Ahora, el resultado de las primeras primarias del partido puede abrir una etapa más convulsa. Es la primera vez desde el 90 que el liderazgo se va a dirimir fuera del Gobierno. El líder caído por la moción de censura y luego dimitido, no sólo no ha designado sucesor, sino que ha hecho ostentación de no participar en la votación. Además, los 800.000 militantes que el PP presumía de tener se ha demostrado que era poco más que una fantasía pues sólo se han inscrito para participar en las primarias poco más de 66.000, el 7,6%.

Pero lo principal es el muy ajustado resultado. En efecto Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta de Rajoy y la preferida según todas las encuestas por los votantes del PP, ha quedado en primera posición con el 37% de los votos frente al 34% de Pablo Casado, uno de los secretarios de Génova que cabalga sobre su juventud, la alergia de muchos militantes a las “mandarinas” (Soraya y Cospedal) y una inclinación más derechista que a la del gobierno Rajoy. Al parecer ha tenido algún apoyo del aznarismo. Es una diferencia no sustancial y Casado podría salir elegido por los compromisarios si consigue el apoyo de Dolores de Cospedal, la gran derrotada pues pese a ser la secretaria general del PP ha quedado en tercera posición con sólo el 25% de los votos, y del antiguo ministro de Exteriores García Margallo. Este apoyo es posible porque ambos han tenido serios encontronazos con Soraya. Quién ganará finalmente es una incógnita, pero por un momento me ha recordado aquel congreso de 1987 de la vieja AP en la que Antonio Hernández Mancha derrotó a Miguel Herrero Rodríguez de Miñón, el candidato que parecía tener más posibilidades. Aquello acabó mal y fue necesario que Fraga, el líder retirado, retomara el mando. Es difícil que la historia se repita y que Aznar acabe volviendo a Génova, pero...

Si gana Soraya, el PP seguirá siendo un partido de centro-derecha, con un liderazgo moderado, con experiencia de oposición y de gobierno y un cierto aire tecnocrático a lo Aranzadi (más jurídico que económico). Pero esta “moderación” no excluiría una gran pugnacidad contra Pedro Sánchez como hizo muchas veces Rajoy contra Zapatero: negociación con ETA, estatut de Catalunya, crisis económica. Si gana Pablo Casado la animosidad contra el PSOE será incluso mayor y la línea política puede derechizarse o aznarizarse. Pero cualquiera de los dos se enfrentará a un desafío: ganar al PSOE pero también competir con C’s para ser el partido del centro-derecha. Ahora Rivera no está en un buen momento, pero si Sánchez tropieza por su falta de mayoría y el PP sale dividido y enfrentado de su congreso volvería a remontar en las encuestas. Por eso el PP se juega mucho en estas dos próximas semanas de julio.

Y quizás se enfrente a dos peligros -la guerra interna y la radicalización- que pueden estar conectados. El principal problema del PP es que el ciudadano medio -incluso algunos de sus electores- le juzgan como un partido ideológicamente lejano. Las encuestas del CIS dicen que en una escala de 0 a 10 -en la que el 0 es la extrema izquierda- los españoles se sitúan en una media del 4,5-4,7, un centro izquierda moderado. Al PSOE lo ven en posiciones próximas, algo por encima del 4, y al PP muy lejos, en el entorno del 8, mientras que a C’s le colocan sobre el 6. En principio Soraya está en posiciones más templadas que Casado, pero la rivalidad interna puede alejarles a ambos del centro político que en principio es donde se ganan las elecciones. Aunque Casado podría tener la ventaja (y el riesgo) de estar más próximo a la protesta de una derecha populista que ha tenido éxitos recientes en Europa. ¿Puede ser Casado un revulsivo positivo para la derecha española? ¿Puede -si es elegido- hacer cargar al PP con problemas serios de credibilidad por su cuestionado curriculum académico?

Sin duda que Soraya está más próxima a la imagen tradicional de un centro-derecha moderado y solvente y por lo tanto puede tener un electorado mas amplio, pero su riesgo es que esta cualidad no sea apreciada por unos compromisarios que -traumatizados por la pérdida del poder- crean que la política de Rajoy (y de Soraya) haya sido demasiado prudente y que deseen mas punch.

Un mundo en creciente desorden

El desorden mundial creciente es ya una realidad. Que Trump se retirara del acuerdo sobre el cambio climático fue una grave amenaza para el futuro. Que el presidente americano haya impuesto tarifas proteccionistas a China y la UE es ya una realidad que preocupa cada día más al FMI, a la Reserva Federal y al BCE por las consecuencias a corto plazo sobre el comercio mundial y el crecimiento económico.

El America Fisrt de Trump genera cada día mayor preocupación. ¿De qué ha servido la cumbre de Singapore con el líder de Corea del Norte? ¿Qué consecuencias tendrá la de Trump con Vladimir Putin tras la reunión anual de la OTAN de la semana próxima en la que volverán a aflorar las disensiones con los países europeos? ¿Cuánta influencia ha tenido el desprecio de Trump en la victoria el domingo pasado de López Obrador, un líder populista y nacionalista, en las elecciones mejicanas? Trump quiere liquidar la política exterior americana desde el fin de la II Guerra Mundial.

Y lo más grave es que la perturbación americana se enfrenta a una Unión Europea en la que también crecen el nacionalismo y el populismo y que se muestra incapaz de adoptar posiciones comunes. Gran Bretaña no sabe cómo llevar a cabo el Brexit que aprobó hace dos años en referéndum. Y la reciente cumbre sobre el euro y la inmigración ha permitido solo avances muy limitados. Las propuestas francesas y alemanas sobre la zona euro son vistas con muchas reticencias por los países del centro y del norte de Europa que temen tener que subir impuestos a sus ciudadanos. Y la inmigración es un problema político cada día mayor pese a que el número de inmigrantes ha bajado respecto a los máximos del 2015. Sin una política común y efectiva de fronteras exteriores, el espacio Schengen está amenazado. El nuevo gobierno italiano se niega a admitir inmigrantes rescatados por barcos de las ONG. Austria, que preside este semestre la UE, quiere impulsar una política de gran dureza contra la inmigración. Y en Alemania la gran coalición de Merkel se tambalea porque la CSU, la aliada bávara de la CDU, exige medidas radicales contra la inmigración ilegal porque tema un avance de la extrema derecha en las elecciones regionales de otoño.

Trump siembra desorden y Europa está desconcertada y dividida.

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