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A la velocidad de internet

En uno de los brillantes guiones de Aaron Sorkin, uno de sus personajes perfectos desespera contra los abogados: "¿¡De verdad tenemos que reducir la velocidad por esta gente!?". Se refiere a lo ridículo que es encontrar en un vaso de café de un McDonals el texto "Cuidado. El contenido podría estar caliente". O al hecho de que las cajas de las planchas indiquen "No planche la ropa cuando la lleve puesta. Podría quemarse". La razón por la que todos estos mensajes aparecen es porque un día un abogado aceptó denunciar ante un juez la falta de responsabilidad de la empresa por no advertir a su cliente de que el café podría estar demasiado caliente. Así, ese cliente y ese abogado dieron la oportunidad a un juez cualquiera, del que no sabemos nada, a obligar con una sentencia a todas las productoras de vasos de cartón del mundo a tomarnos por imbéciles a todos y advertirnos en cada vaso de que el café, a veces, está caliente.

Esta semana el Tribunal Constitucional de España se ha pronunciado por primera vez sobre lo que se conoce como el derecho al olvido digital. Que no es otra cosa que obligar a Google a autocensurarse para que cuando usted busque un nombre, la información relacionada con esa persona no aparezca. Como si nunca hubiera existido.

Es un "derecho nuevo" desarrollado a partir de un término muy antiguo llamado "habeas data" que garantiza el derecho de cualquier persona a saber qué información existe de ella y eliminarla o corregirla si fuera incorrecta. Recientemente, los doctores de la justicia han convenido -por su cuenta y riesgo- que Google es muy peligroso. Y que eso de que puedas encontrar cualquier cosa que haya pasado solo por buscarla no es nada recomendable. A nuestra justicia, esa que todavía sigue trabajando en sumarios de instrucción de 20.000 páginas de fotocopias que luego el juez juzgador no llega a leerse, le parece que los buscadores son malos y que la gente tiene que tener derecho a que sus errores del pasado no condicionen su futuro. Precioso.

Lo cierto es que la novedad de esta semana reside en que desde ahora, no solo Google tendrá que capar su buscador para que aquellos que lo soliciten desaparezcan de su archivo, algo que pasa desde que en 2014 una sentencia de Tribunal Europeo de Justicia diera la razón a la Agencia de Protección de Datos de España; ahora también tendremos que hacerlo los periódicos. Así, ni siquiera aquel usuario que sabe lo que busca y que acude a un periódico para localizar en su hemeroteca las noticias publicadas sobre determinada persona podrá encontrarlas. ¡Qué atrevimiento! ¿A quién se le ha ocurre pretender en 2018 buscar fácilmente a través de un formulario? ¡A los archivos de papel a buscar página a página hasta que lo encuentres!

Y así se hacen a veces las leyes. Por eso, desde hace unas cuantas semanas, cada vez que entramos en una página web, la que sea y de lo que sea, nos aparece el mismo mensaje: "Uso de cookies. Utilizamos 'cookies' propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad personalizada a través del análisis de su navegación. Si continúa navegando acepta su uso. Más información y política de cookies."

Si usted es una persona preocupada por su privacidad, hace años que aprendió algo simple y sencillo como es marcar la opción de su navegador que le permite borrar el rastro de lo que ha estado viendo ese día. ¡Ah, está usted perdido! Es demasiado listo. Aquí legislamos para el pasado. Como premio a su precaución y a su diligencia en borrar los datos de navegación, cada día le mostraremos el mensaje de las cookies. Cada día de su vida, en cada página web que visite, tendrá que suscribir la malvada política de privacidad en la que acepta vender su alma al diablo Google para que descubra qué le interesa y le muestre publicidad asociada a sus gustos. Cada día. Una firma de contrato detrás de otra. No sea cosa que en las doscientas veces anteriores no le haya quedado claro que el nuevo mundo está lleno de peligros. ¿Se imaginan que cada día al subir al coche le hicieran firmar un contrato donde le advirtieran de que puede sufrir un accidente? Pues igual de ridícula es la política de privacidad de las páginas web para cualquiera que viva en 2018 ¿De verdad tenemos que reducir la velocidad por esta gente?

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