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Javier Cuervo

Artículos de broma

Javier Cuervo

Soluciones urgentes

El suicidio pactado de un matrimonio de ancianos en Gijón abre la ventana para ventilar el olor a cerrado de la pésima respuesta que damos al envejecimiento como sociedad. A esta pareja sin hijos les habían asignado la estancia residencias separadas. Se reunieron de nuevo en su casa y él se encargó de acabar con la situación con una pistola de fabricación casera. Ignoro si han sido reivindicados para el cómputo de la violencia de género, con la que se venían enmascarando -y barriendo para casa- algunos casos de ancianos en pésimas condiciones de vida por alzhéimer, parkinson, ictus y otras enfermedades incapacitantes, cánceres en marcha, escasas expectativas y, en muchos casos, depresión. Desde la perspectiva de género sólo se veía que un hombre había matado a una mujer, por el hecho de serlo, y después se había suicidado. Girando 360 grados alrededor del caso, aparecen más perspectivas.

El suicidio es la primera causa de muerte no accidental en personas mayores. El 40% de los suicidas españoles son viejos. El fenómeno no es nuevo. En 35 años de periodismo he oído contar muchos casos de ancianos que, perdida alguna capacidad o a su pareja, se quitaron de en medio. Sin duda queda un registro estadístico y, también sin duda, cada caso se esconde cuanto se puede por vergüenza social. No es secreto, pero no se habla. No creo que nadie se suicide en estado de felicidad, pero tampoco que la medicación antidepresiva mejore demasiado situaciones personales cuya realidad catastrófica va más allá del propio estado de ánimo, pese a la tenacidad psicológica de que la vida no es de una manera ni de otra sino según se mire. A la vejez, prolongada como nunca, no procuramos calidad de vida ni facilitamos calidad de muerte.

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