El tremendo lío interno que tiene el Partido Popular para organizar unas primarias que auspicien una renovación integral demuestra falta de práctica de la organización en estas lides. De hecho, los líderes sucesivos, Fraga, Aznar y Rajoy, han utilizado hasta ahora procedimientos no democráticos para promover la renovación de las elites. Fraga señaló a Aznar y este a Rajoy? Y cuando este, por convicción o por omisión -la historia lo aclarará- decidió hacer súbitamente mutis por el foro sin tomar partido por un epígono concreto, ha cundido el desconcierto y se ha instalado el caos.
De los cerca de 870.000 militantes que exhibía orgulloso el PP para mostrar su arraigo y su poderío, resulta que sólo 66.000 están al corriente de pago y dispuestos a participar en las primarias convocadas. Y se cae además en la cuenta de que el sistema para elegir a los compromisarios del congreso que deberá decir la última palabra es profundamente injusto porque 1.718 de los 3.184 compromisarios son elegidos en proporción a la militancia provincial, cuyo censo teórico no tiene nada que ver con el real?
Sin duda, el PP saldrá del atolladero, entre otras razones porque todo quedará en casa y no resultará difícil que se impongan quienes ya se perfilan como ganadores/as. Pero conviene que acto seguido la renovación y la regeneración incluyan la puesta en pie de un nuevo Partido Popular, formado por militantes reales con voz y voto. Los viejos partidos de masas han desaparecido, engullidos por la historia, pero los partidos siguen siendo el "instrumento fundamental para la participación política", como afirma el artículo 6 de la Constitución española.
