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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La larga hilera de heterodoxos

Uno de los libros más despreciables que he comprado en mi vida es En el huracán catalán. Lo firma Sandrine Morel, corresponsal en España de Le Monde. Ni siquiera su panfleto escapa a la verdad evangélica de que pueden hozarse perlas de sabiduría entre la inmundicia. Por ejemplo, cuando no le queda otro remedio que consignar que el referéndum del 1 de octubre obtuvo un 90 por ciento de votos a favor de la independencia, lo cual implica que un diez por ciento de participantes se pronunciaron en contra de la secesión. Son aproximadamente doscientas mil personas, que cumplieron el antaño ritual sagrado de las urnas para votar que no. Se manifestaban a favor de la unidad española. Esta visión constitucional no les impidió recibir la cuota proporcional del diez por ciento de la violencia física, y de las amenazas verbales emanadas de instituciones tan patrióticas como la Fiscalía General del Estado. Por ejemplo, "abducidos", "antiespañoles" o "sacados a la calle por los rebeldes".

Estos doscientos mil son los míos, la larga hilera de los heterodoxos a quienes ambos bandos desean borrar del mapa. No solo operan en Cataluña. También nutren la minoría que contempla boquiabierta los cánticos de solidaridad de los políticos españoles hacia los emigrantes que se juegan la vida en el Mediterráneo, en tanto que se inflan las listas de espera de pacientes que han pagado durante décadas una carísima atención ahora negada. La persona que ha de aguardar seis meses un quirófano, en condiciones inferiores a las existentes en los países emisores con selección en el Mundial, son mis héroes. Y ninguno ha rechistado.

Al Papa le reservan una planta entera de un hospital italiano cuando atraviesa una gripe. No hay un diputado español o equivalente que tenga un familiar de primer grado en lista de espera quirúrgica durante medio año. Así es fácil ser solidario con dinero ajeno. Y no olvido al ciclista heterodoxo, que arriesga la muerte en la carretera para no torturar en la acera a los peatones. También es de los míos, en la larga hilera.

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