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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

Temporada alta: Los ciudadanos opinan

En época casi preelectoral se empecinan en trasmitirnos sus logros, y si están en la oposición comunicar lo pésimo que son los gobernantes. Pero escasas veces se interesan por los problemas, las ansias y las inquietudes reales de los ciudadanos. Los políticos no suelen escuchar, a lo más oyen. Piensan que oír y escuchar tienen el mismo significado, pero existen grandes diferencias entre oír y escuchar. Por una parte, oír es un fenómeno que pertenece al orden fisiológico, incluido en el mundo de las sensaciones. Nuestro sentido auditivo nos permite percibir los sonidos en mayor y menor medida. Oír es percibir las vibraciones del sonido. Oír es pasivo. Por otra parte, escuchar es la capacidad de captar, atender e interpretar la totalidad del mensaje del interlocutor. Escuchar es deducir, comprender y dar sentido a lo que se oye.

La Fundacio Gadeso desde sus inicios se ha especializado en "escuchar" a los ciudadanos desde diversas perspectivas. Se analiza la evolución de sus prioridades, sus urgencias y sus valoraciones, cuyos resultados se publican en Quaderns Gadeso. En el número 341 se refleja "La opinió ciutadans sobre el turismo (VIII)" (gadeso.org). Es posible que algunos políticos, empresarios turísticos y simples lectores, si han tenido el ánimo de leer hasta aquí, piensen que tal opinión ciudadana carezca de interés o de valor. Craso error, no sólo han de oírla sino también escucharla con atención. La actividad turística en nuestra Comunidad, nos plazca o no, nos afecta a todos y todas directa o indirectamente, en especial si analizamos a quiénes y cómo repercuten las diversas rentabilidades socioeconómicas (positivas o negativas). Antes de resaltar las opiniones ciudadanas relativas a la temporada alta que acabamos de inaugurar, voy a intentar demostrar la falsedad de una leyenda urbana: no es cierto, aunque haya de todo en la viña del señor, que nuestra ciudadanía padezca de turismofobia. Un 58% opinan que la actividad turística ha sido la base de nuestro bienestar y un 44% que sigue generando empleo. Lo que no es óbice para que una mayoría sea crítica con determinados ítems que están condicionando el vigente modelo turístico, y que pueden conducirnos a morir de éxito.

Las expectativas respeto a la temporada alta son positivas. La mayoría considera que será muy similar a la del 2017 tanto en número de visitantes (96%) como a la rentabilidad empresarial (91%). Datos positivos, que pueden ofrecer dudas razonables en una rentabilidad socioeconómica sostenida y sostenible. En determinados sectores empresariales (cfr. alojamientos hoteleros) se muestran inquietos porque sus previsiones de ocupación no se corresponden con el aumento en el número de turistas (cfr. aeropuertos). La causa única no es la presencia de "nuevos" productos como viviendas vacacionales y/o el alquiler turístico, ni tampoco el aumento de precios (aunque también). La otra concausa (quizás la más importante) es la reducción del tiempo de estancia media (se viaja más veces pero menos días) que "obliga" a que aumenten el número de turistas para garantizar cotas altas de ocupación. Dicho lo cual, nuestro vigente modelo turístico no puede seguir basándose en el "número" ni en productos basados en mano de obra intensiva y sin formación adecuada.

Es imprescindible apostar por la desestacionalización, por la innovación y la diversificación, por la defensa y buena gestión (pública y privada) del territorio, naturaleza y medioambiente. Se reconoce que los empresarios han realizado relevantes inversiones en la mejora de sus establecimientos básicamente hoteleros. Pero la mejora de la clientela, evitando el turismo de borrachera, sólo será un hecho en base a una remodelación especialmente de las zonas turísticas maduras que debe involucrar no sólo a los establecimientos de alojamiento sino también a las ofertas y productos incluidos en la denominada oferta complementaria así como a las diversas administraciones públicas. Algunas zonas han emprendido la tarea, otras no.

El primer problema de los ciudadanos, aún reconociendo una mejora en la creación de empleo, son las condiciones de empleabilidad (salarios, estabilidad y calidad del empleo). El convenio colectivo de hostelería puede marcar una "tendencia" en materia salarial que afecte a otros subsectores tales como comercio, transporte turístico, lavanderías, limpieza€, pero queda pendiente profundizar en un replanteamiento serio y coherente de las actuales condiciones de trabajo (temporalidad/precariedad) que supongan un empleo estable con cargas de trabajo racionales. Tales retos implican un cambio de modelo productivo, que incluye necesariamente la actual reforma laboral vigente. Las actuales mayorías parlamentarias impedirían su revocación, pero como mínimo deberán abordarse serias y coherentes modificaciones. Tales opiniones ciudadanas, como mínimo, merecen una consideración.

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