Diario de Mallorca

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El Diario de Mallorca publicaba recientemente una información sobre una manifestación de un grupo de personas que se reunieron en la Plaça de Cort para reclamar a Sánchez la convocatoria de elecciones, "elecciones ya"?. Es evidente que la mayoría de ciudadanos de este país desea eso mismo por lo que nada habría que objetar a esta demanda democrática. Sin embargo, la fotografía que ilustraba la noticia mostraba a muchos de los asistentes a esa concentración, revestidos con banderas españolas, constitucionales, republicanas y alguna bandera mallorquina. El parco sentimiento patriótico de los mallorquines se evidencia, también en esto, en esto afortunadamente. Cada uno, en la manifestación, se hacía con su bandera un "sayo". Si observamos lo que ocurre en cualquier concentración en las ciudades españolas se puede ver el uso indebido que hace la gente de uno de los distintivosde identificación del Estado o de la individualización de un determinado tipo de nación, en la que ellos se sienten reconocidos, ya sea la oficial -la que define la Constitución-, la que desearían, o por la que están dispuestos a exhibirse, exteriorizarse y hasta pelearse si llegase el caso.

Este galimatías de las banderas es, en mi opinión, un autentico desbarajuste. No hace mucho en Madrid hubo otra manifestación en protesta por la poquedad de las pensiones, en la que, además, se corto el paso a coches y viandantes, entre ellos a un matrimonio británico que no entendían el guirigay de los blasones.Me preguntaban si los revoltosos portaban enseñas de países diferentes. Las había republicanas, españolas del régimen anterior, -con el águila bicéfala-, constitucionales, alguna catalana, "estelada", de Euskadi, de Andalucía, del movimiento gay?y, me pareció ver una, solo una, de Mallorca. Los ingleses deseaban saber si siendo todos de aquí que razones tenían para ir con enseñas tan diferentes, " whay so differentflags?" y también se sorprendían de que al no tratarse de un enfrentamiento entre los participantes, y siendo el origen del revuelo era una reclamación común, daba la sensación de que se iba a producir algún altercado entre los porteadores. No supe qué contestar, si lo sabía, pero la explicación era demasiado complicada y me limité a decirles que el país es complejo, a lo que ellos respondieron, " oh yes, Spain".

De regreso pensé que realmente aquí se tiene poco respeto a las enseñas, es frecuente ver en las manifestaciones a la gente ponerse la bandera como si fuese un pareo, como una capa, como un fular, a modo de falda, de túnica, o de taparrabos.... También es habitual ver banderolas colgadas de los balcones, hechas unos auténticos guiñapos que acaban en jirones. En Mallorca, eso se ve poco, aquí a la gente le cuesta identificarse, por si acaso... Durante un tiempo, desde mi despacho en Barcelona, estuve viendo que en una de las casas situada en enfrente, en pisos colindantes y en sus respectivas terraza se exhibían, en uno una una bandera independentista catalana,-una estelada- y en el balcón del otro piso lindante una con el escudo de España amparado por un águila de dos cabezas. Cuando levantaba la vista de mi escritorio siempre tenía la curiosidad de saber si algún día ambos vecinos tan cercanos e ideológicamente tan lejanos, se iban a liar a guantazos, sus credos políticos debían de ser antagónicas e incompatibles. Nunca vi que surgiese ningún conflicto aparente, no sé si en las reuniones de la comunidad de vecinos los había.

Los griegos, que eran civilizados, no usaban banderas, y así lo explicaba Homero, los persas sin embargo, menos refinados sí las tenían. Las banderas son creación de los estados modernos. En el museo del Louvre se exhibe un espectacular pintura de Eugene Delacroix, "La libertad guiando a un pueblo", en ella aparece Marianne portando una enseña tricolor, símbolo de la Revolución Francesa. Hay demasiada semiótica detrás del uso de las banderas, operan en el inconsciente, provocan emociones. Gustave Flaubert, novelista francés, autor de Madame Bovary, le escribió en cierta ocasión a George Sand diciendole que las banderas están demasiado machadas de sangre y por ello él prefería que desaparecieran. Las banderas deberían de ser para unir, no pueden ser monopolio de ninguna facción política y para ello conviene que sean respetas. Si no es así solo sirven para dividir.

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