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Carmen Pérez Novo

Efectos secundarios de las vacaciones

¿No les parece que las vacaciones, entre otras cosas, son una oportunidad para disfrutar a tope de la pareja? ¿Y están de acuerdo conmigo en que, algunas de las que están en crisis, suelen verlas como una oportunidad para arreglar sus diferencias? Pero, la realidad es que, en ocasiones, no sucede así. Lo dicen las encuestas: una cuarta parte de las separaciones de pareja se produce al finalizar los meses de verano. Si lo piensas un poco a la ligera, no te lo crees, pero si lo haces con detenimiento, tampoco te parece tan extraño. Y si no, deténganse por un momento a pensar en todos los inconvenientes que tienen los viajes.

Que sí, que sí, señoras y señores, que no me he equivocado. He dicho inconvenientes. Presten atención: adaptación al cambio horario, insolaciones, desajustes intestinales, picaduras de insectos y mosquitos, compras y más compras, hacer las maletas y llenar bolsas de plástico, papel, cajas de cartón....; en fin todo lo que encuentres a mano.... Después, cargar con el exceso de equipaje, enfrentarse a los retrasos aéreos, a veces al extravío de equipaje, de nuevo el cambio horario?. ¿Y la llegada al hogar? Pues agotados, con varios kilos de más, la cara y escote repletos de manchas, la cuenta del banco en números rojos... ¿No les parece que a este ritmo discute cualquiera? Y piensen que todo ha ocurrido con la permanente presencia de una persona que comparte contigo paseo matinal, desayuno, sesión de bronceado, aperitivo, comida, sobremesa, siesta, nueva sesión de bronceado, merienda, compras, baile, cena, cama... Porque, ¿hay algo más estresante que un testigo permanente de nuestros fracasos? Por eso, señora, señorita, caballero, si su matrimonio se tambalea, por favor, no se lo pongan más difícil, no le compliquen más la vida al pobre matrimonio. Quédense en casa, apúntense a un curso de bricolaje, vayan a clases de baile... Por separado, claro. Pueden evitar mucho malestar.

Si, por el contrario, quieren correr riesgo de alto voltaje y si llevan más de una decena de años de vida en común, -según las encuestas, el 52% de los matrimonios no alcanza los diez años de vida y muchos de los que llegan lo hacen con serias dificultades-, ármense de sentido del humor, porque se necesita mucho, dejen fluir la mente, despierten todos los sentidos y preparen un "24 horas todo incluido", a la playa. Y a ver qué pasa.

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