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¿Y los derechos humanos?

La agenda de la reunión entre Trump y Kim en Singapur sólo rozó tangencialmente la cuestión de los derechos humanos, pese a que Donald Trump, en su discurso sobre el estado de la Unión en enero pasado, aseguraba que "ningún país ha oprimido a sus propios ciudadanos más completa o brutalmente que la cruel dictadura de Corea del Norte".

En efecto, un informe reciente de la Comisión de la ONU para los Derechos Humanos sobre la situación en Corea del Norte denunciaba "crímenes contra la humanidad en los campos de trabajo, las prisiones ordinarias, contra los creyentes religiosos y otros grupos considerados subversivos". [?] "Estos crímenes incluyen exterminación, asesinato, esclavitud, tortura, prisión, violaciones, abortos forzados y otra violencia sexual, persecución por motivos políticos, religiosos, raciales o de género, el desplazamiento forzado de población y a desaparición forzosa de personas y el acto inhumano de causar hambruna prolongada a sabiendas".

Era muy importante, evidentemente, desactivar el riesgo de guerra nuclear que ha generado hasta ahora un régimen utópico como el norcoreano, dispuesto a preservar su delirio a cualquier precio, pero es muy dudoso que pueda colmarse el objetivo complejo de la distensión y el desarme sin una apertura política y moral que introduzca cierta normalidad en el exótico país, que es más bien una cárcel para sus propios ciudadanos.

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