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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

La quietud de Zidane

Aprendí tanto de Zidane como jugador, que nunca lo personalicé como entrenador. Mi cerebro no da para tener dos conceptos de una misma persona. Y mi admiración no se centra desde luego en el sobado gol de la final de Champions. sino en la forma en que conseguía que todo el Madrid vibrara a su alrededor. El equipo funcionaba mediante oleadas vikingas pero, no importa cuál fuera la velocidad de su entorno, el francés siempre parecía quieto. El fútbol polarizaba su carisma entero, nunca se me ocurriría entrevistarle para obtener solo una lluvia de monosílabos.

Conocí a Florentino Pérez cuando acababa de fichar a Zidane. Aprendí tres cosas. El flamante presidente era un fanático por encima de su catolicismo empresarial, más ultra si cabe que Joan Gaspart. El mandatario blanco iba a comportarse como un entrenador, porque se pronunciaba con energía sobre el amontonamiento de jugadores en la banda izquierda o sobre la línea que debía dibujar Makelele en el verde tapiz. Y en especial, el supremo de ACS amaba a Zidane por encima de todas las cosas. Me atreví a cuestionarle los inicios titubeantes del francés, y me fulminó con la mirada. Su trayectoria presidencial estaba ligada con sangre al fichaje de la Juve.

Tenía razón Florentino. Me equivoqué por confundir la gelidez de Zidane, que utilizaba en realidad para congelar el movimiento de los rivales a su paso. Nada sé en cambio de su paso por el banquillo. Dicen que es un gestor de grupos, pero desconozco el significado y uso de todos los términos de los gurús del management. Por mí, como si dijeran que es un espléndido padre de familia, dado que atribuyen su partida al desdén del club con su hijo. El último entrenador que me ha deslumbrado es Jürgen Klopp, pero le reconozco al francés el mérito de haberse retirado desde lo más alto. Es una opción difícil, incluso para quienes nunca han despegado del suelo. Zidane no ha querido que lo dieran por supuesto, hasta Guardiola se tomó una supercopa de más en el Barça.

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