No es sencillo escribir estas líneas tras el recuerdo de las decenas de muertes ocurridas en la jornada del 14 de Mayo; soy además perfectamente consciente de la dificultad que entraña intentar traer algo de luz en algo más de novecientas palabras un litigio cuyos inicios y cuya génesis ha llenado estanterías y estanterías de libros, estudios, y acercamientos literarios varios y variados; esa encomiable labor de síntesis, que es como nadar con un ancla atada al cuello, que se prescribe de todo aquel que, como yo mismo, intenta juntar algunas palabras con un mínimo de sentido, conlleva siempre el riesgo de conducirnos un resultado puede que cierto pero incompleto. Es la dificultad que entraña el hacer periodismo sobre la historia, que a veces, al contrario que en la aritmética, los teoremas de aquella no siempre dan una resultante exacta pues las derivadas y las variables en esa materia son casi tan infinitas como el Universo de Stephen Hawking.

Este mes de Mayo, con ocasión de las siete décadas trascurridas desde la fundación del Estado de Israel, como consecuencia de la partición del antiguo mandato británico de palestina por Naciones Unidas, han proliferado los recordatorios sobre el tema, y se percibe con facilidad en no pocos de ellos más epidermis que búsqueda, más cliché que cuestionamiento de lo que se relata; como simple ejercicio de debate, me atreveré, por ello, a introducir algunos matices, unos pocos, a modo de pregunta, que es la mejor manera de establecer algún tipo de búsqueda, sino de la verdad, que es una palabra con significación grande en demasía, si de la realidad, de lo fácticamente comprobable.

Vamos a ello. En referencia al año 1948 y cuando se habla de palestinos ¿se debe entender a los de una sola etnia o religión o por el contrario a toda persona que habitara en aquel mandato británico de Palestina, indistintamente de su origen o inclinación religiosa?, si la respuesta es afirmativa en cuanto a la segunda opción habrá que convenir que no solo eran nativos los ahora denominados en exclusiva palestinos sino que también debería tener esa calificación algún que otro habitante más, cuyos ancestros hubieran habitado aquellos parajes por bastante más de dos milenios; me permito recordar, como hecho cierto y comprobable, que en la guerra del 48, se perdió para el Estado de Israel, el barrio judío de la ciudad vieja a manos del ejército jordano y los que habitaban en él debieron emprender el éxodo.

Cuando se indica que las ganancias territoriales en aquel conflicto se hicieron a expensas de la población "nativa palestina" ¿es posible que la otra consecuencia, de la nunca se habla, de aquel conflicto bélico (otro dato factico) no iniciado por el recién nacido estado de Israel, fuera que las zonas que el plan de partición Naciones Unidas, de 1.947adjudicaba al denominado Estado Árabe fueran engullidas por Jordania, Egipto y Siria?, si así fuera ¿quiénes serían los ocupante primeros de aquellos territorios adjudicados al estado árabe?

Al establecer certeramente que la franja de Gaza se halla bloqueada, cabe preguntarse si se incluye en ese bloqueo el cierre del puesto fronterizo de Rafáh, bajo control egipcio y no israelí, y si tal es, cuestionémonos si en la responsabilidad del empobrecimiento, de las carencias que sufren las gentes de aquella franja no se hallan inmersos otros gobiernos, otras gentes de aquel Medio Oriente. Curiosamente no se levantan protestas contra el cierre de ese puesto fronterizo por parte de los vecinos egipcios ni se intenta por parte de los que se dicen preocupados por problema de los habitantes gazaries que ese concreto paso funcione a pleno rendimiento, ¿Por qué será?

Tan solo son tres cuestiones a despejar que dejo a ustedes para su libre investigación, aunque hay más. Y es que como cualquier conflicto, en el de Oriente Medio no existe una sola causa, por ello no es ni seguro ni medianamente inteligente el zanjar el asunto de sus inicios con el colgamiento en un solo gancho de todas las responsabilidades, esa solución carece simplemente de sentido histórico por ser incompleta y, en ocasiones, falta de la necesaria asepsia en su análisis. Por ello, a las gentes que se acerquen a las interioridades del conflicto, en toda sus extensión, que desde hace bastante más de setenta años viene retroalimentando todos los aspectos de la política no solo regional sino más allá de sus límites geográficos, con honesto ánimo de llegar a entenderlo, me permito animarles a rascar un poco más en los subsuelos de la historia, a no quedarse en la espuma superficial, que si bien es lo más visible de lo observado en no pocas ocasiones oculta elementos valiosos, y hasta fundamentales para la verdadera cata del contenido.

En fin; que es muy dificultoso explicar una realidad histórica sin adentrase en sus entrañas, sin mancharse con algunas evidencias que pueden disgustar, pero que son incontestables. La Batalla de Kosovo por sí sola, del año 1389 no sirve para establecer una razón entendible a la matanza de bosnios por parte de los serbios en Srebrenica en 1995, pero ayuda; la historia no es una novela de buenos y malos, es algo más complicado.

Busquemos pues con ahínco las realidades aplicando el adecuado criticismo para distinguirlas de las intencionalidades; es incluso posible, tras ese necesario recorrido, que pueda llegarse a la misma conclusión que se tenía al principio, pero por lo menos se habrá transitado el camino de esa búsqueda andando sobre razones, sobre hechos y no solo sobre eslóganes.