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Antonio Papell

La deriva italiana

Los últimos acontecimientos políticos de Italia están resultando inquietantes en sí mismos, y como parte de un movimiento de respuesta a la deslegitimación que está sufriendo la política europea, país por país y conjuntamente en sus formulaciones comunitarias.

Como es conocido, las últimas elecciones legislativas fueron ganadas por un partido abiertamente antisistema, declaradamente antieuropeo, el Movimento 5 Estrellas (M5S), fundado por el cómico Beppe Grillo, basado en la ridiculización de la política oficial, corrupta y burocratizada. Nada menos que el 32% de los electores italianos han optado por esta formación, cuyo esquemático programa se basa en cinco puntos (de ahí su nombre): agua pública, transporte sostenible, desarrollo sostenible, ecología como modelo y acceso libre a Internet para todos. El M5S ha tenido finalmente que aliarse con la Liga, de rasgos ultraderechistas, porque el Partido Democrático de Matteo Renzi -apenas el 19% de los votos- se ha negado a cualquier acercamiento a los 'grillini', después de haber fracasado en su intento de llevar a cabo las reformas que Italia necesita en el marco de la ortodoxia europea.

Las concomitancias entre el M5S y la Liga son escasas pero esta formación xenófoba ha conseguido la atención de muchos jóvenes con su consigna de expulsar a los extranjeros y preservar los puestos de trabajo para los italianos. Un designio ruin que, sin embargo, no desagrada a quienes se hallan en situación extrema, en busca de unas oportunidades que no encuentran. Hay diferencias en materia de política económica porque el M5S quiere incrementar impuestos (sobre todo para implantar una renta básica, que en el último programa se reduce a una prestación simbólica a los parados) en tanto la Liga quiere reducirlos, pero ambos partidos buscan por igual un saneamiento del gran lastre de la deuda mediante el control de la corrupción y el cuestionamiento de los compromisos contraídos con el BCE. En definitiva, su planteamiento rupturista de partida es semejante al que hizo en su día Syriza en Grecia, que tuvo que ser rápidamente enmendado en cuanto la Eurozona impuso su criterio y Atenas tuvo que decretar el humillante y destructivo 'corralito'. Una Italia fuera de euro sería inimaginable pero cualquier paso en esta dirección, aunque fracase, puede arrastrar consigo toda la estructura comunitaria y, por supuesto, las reformas que pretende acometer el eje francoalemán.

El nombre elegido por M5S y La Liga para el cargo del primer ministro era el de un oscuro profesor sin experiencia, Giuseppe Conte. Como es conocido, el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, después de aceptar la propuesta, ha impuesto su veto a la designación como ministro de Economía del euroescéptico Paolo Savona, de 81 años, y ha retirado el encargo a Conte para otorgárselo a un técnico, el economista y exdirectivo del FMI Carlo Cottarelli, que con toda probabilidad no obtendrá apoyo parlamentario. Se ha abierto así una crisis institucional sin precedentes que, casi tres meses después de las elecciones, probablemente desemboque de nuevo en las urnas a corto plazo.

De los sucesos italianos, se desprenden varias lecciones aterradoras: por una parte, el viejo sistema de partidos tradicionales con ideologías homologables y contrastadas ha muerto en Italia o está a punto de perecer y ha dado paso a organizaciones excéntricas y radicales que tratan de responder a las demandas reales de una ciudadanía airada, defraudada y escéptica.

Por otra parte, la vieja democracia parlamentaria y la superestructura europea se están demostrando incapaces de dar respuestas a las anhelantes demandas de junas generaciones emergentes que cada vez están más acuciadas por la inseguridad, el desempleo y el riesgo de pobreza. El Brexit no es sólo la consecuencia de la arrogancia nacionalista de los británicos sino la evidencia de que el proyecto europeo no tiene crédito alguno en capas esenciales de la población del viejo continente. Y en España, estamos viendo cómo se desvanece el Partido Popular, sin que las opciones emergentes terminen de adquirir encarnadura y de inspirar confianza. El fantasma de la descomposición italiana planea también sobre España, y nada indica que seamos capaces de aprender de la experiencia ajena.

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