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Joan Riera

TEMPUS EST IOCUNDUM

Joan Riera

Lo viejo ha muerto, lo nuevo no existe

No necesitamos políticos nuevos ni nuevas políticas. Lo urgente es encontrar líderes limpios y dispuestos a negociar con el diablo. Políticos que adopten decisiones sensatas

Ninguna palabra ha sido tan manoseada como "nuevo". Los manuales de publicidad primitivos ya advertían sobre el poder de seducción del adjetivo. Acompaña con igual entusiasmo un modelo de turismo, una crema de belleza o una lavadora. Sirve para una galleta, un detergente o un preservativo... No importa que el consumidor sea incapaz de distinguir las diferencias con lo viejo.

Albert Rivera presenta su "nuevo patriotismo" rodeado de banderas y de la ñoña letra de Marta Sánchez para el himno español. Pura imagen y mercadotecnia. Nada sustancial. Ninguna política de fondo para redimir un país que cada día se despierta con un sobresalto relacionado con la corrupción, el secesionismo o el reparto de títulos universitarios por afinidad política. Rivera es un vendedor que esgrime la palabra mágica para vender más de lo mismo.

La nueva política, en la que se alinean Pablo Iglesias e Irene Montero, muestra los mismos vicios que la de ayer. No por la compra de una vivienda más que digna para una familia, sino por la incoherencia sobre los mensajes emitidos hasta ayer mismo. La consulta a las bases de Podemos, impulsada por la pareja, tiene el mismo valor que preguntar a los hinchas del Real Madrid si consideran que Cristiano Ronaldo ha cometido un delito fiscal. La respuesta evidente será que el culpable es Leo Messi.

La república catalana, que presume de ser novedosa y perfecta, nombra presidente a un señor, Quim Torra, que huele a naftalina de los años 30 del siglo pasado. Cuando alguien patina en un tuit con un mensaje xenófobo puede tratarse de un patinazo. Si la idea se reitera en la red y en artículos de prensa tres, seis o diez veces, no nos encontramos ante una equivocación sino ante una convicción. Y hasta Carles Puigdemont se inspira en lo más rancio de la España del siglo XX con la denominación de su Moviment (Movimiento) 1-O.

Hasta el Partido Popular de siempre intenta venderse como nuevo cuando Soraya Sáenz de Santamaría o Rafael Hernando sostienen que Eduardo Zaplana es pasado, que las sentencias de la trama Gürtel son historia o que Luis Bárcenas nada tiene que ver con Mariano Rajoy. Sus decenas de "casos aislados" de corrupción alcanzan también a lo más alto del Gobierno de Aznar. El socialista Pedro Sánchez cree que la mejor manera de construir un nuevo PSOE ganador es asumir postulados de la derecha pese a que este espacio electoral ya lo ocupan en el Congreso el PP, Ciudadanos, PNV, PdeCAT y algunos más.

Se presentan como un producto original. Sin embargo, esta supuesta virtud es una falsedad o un defecto. La bailarina y coreógrafa Marta Graham contestó a un periodista que la entrevistaba sobre los plagios: "Todos somos unos ladrones, pero solo seremos juzgados por dos cosas: por aquel a quien hemos elegido desvalijar y por lo que hayamos hecho con ello". Deberían robar a quienes fueron generosos y abiertos en las negociaciones de la transición, pero se limitan a agrandar su ego. Tendrían que apostar por el bienestar de los ciudadanos, pero se concentran en sus juegos de pequeña política.

La irresponsabilidad es otro de los nombres de la política de hoy. Se predican los mantras con los que calculan que sumarán votos sin medir las consecuencias. Nos hablan del cómo, pero no nos señalan el porqué. Y los políticos que ponen énfasis en el objetivo pocas veces explican con claridad el camino, sus dificultades y consecuencias.

No necesitamos políticos nuevos ni nuevas políticas. Lo urgente es encontrar líderes limpios y dispuestos a negociar con el diablo. Políticos que adopten decisiones sensatas que obvien el ombliguismo y apuesten por ismos tan denostados como eficientes: el realismo y el posibilismo.

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