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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Ataque frontal contra la libertad de expresión

Valtonyc, hombre de escasas luces y deslenguado impertinente, se ha convertido en exilado político; su condena a tres años y medio de cárcel lo es contra la libertad de expresión

Lo que son las casualidades: en el momento en el que el rapero mallorquín se exilia en el extranjero para no ingresar en la cárcel por haber ejercido su derecho a la libertad de expresión, en Estados Unidos una juez federal rechaza que el presidente Trump disponga de la potestad de bloquear en Twitter a quien le critica. Los jueces americanos, al contrario que parte de sus homónimos españoles, creen en la libertad de expresión. La defienden. La primera enmienda de su Constitución la consagra. En Estados Unidos expresarse con entera libertad, recurriendo a la palabra soez, al trazo grueso y hasta al insulto, está amparado por su Constitución. Las injurias y amenazas hallan su cauce reprobatorio en la vía civil. Qué envidia.

En España, el nivel de libertades públicas alcanzado en la década de los 80 de del pasado siglo, pocos años después de la muerte del dictador, ha ido menguando aceleradamente, al socaire de leyes restrictivas (la Ley Mordaza apadrinada por el PP y endosada por Ciudadanos es una ignomina), hasta arribar a dónde hoy estamos, con unos estándares que recuerdan inquietantemente a los que había en el año 1976, cuando se salía de la dictadura y el Gobierno del último presidente franquista Carlos Arias Navarro, amparado por la Judicatura, sancionaba a quienes se extralimitaban, según su dictatorial concepción, en periódicos, revistas o, simplemente, alzaban la voz para exponer sus posiciones.

Estamos precipitándonos hacia esa época a galope tendido. Lo acontecido con Valtonyc es solo una muestra, porque hay otras muchas, entre las que no se puede ni debe silenciar el secuestro de un libro, todavía vigente, por parte de una jueza. Secuestro de un libro. Regresamos a los tiempos en los que el ministro de Información y Turismo de la dictadura Fraga Iribarne, aplicaba la ley del embudo.

¿Qué está sucediendo en España? La pregunta es algo más que pertinente. ¿Cómo es posible que una asociación de abogados cristianos, que no es otra cosa que un grupúsculo ocioso de extrema derecha nacional católica, sea atendido solícitamente por los jueces cada vez que estima que alguien ha incurrido en un delito de odio a los sentimientos religiosos. Lo que antes se denominaba blasfemia? ¿Dónde estamos? ¿En el Irán de los ayatolás? ¿En la Turquía de Erdogán? ¿En Polonia y Hungría, donde operan gobiernos racistas, que se proclaman católicos y son lo más parecido existente a lo que hubo en Europa central cuando el nazismo se extendió como una repugnante mancha viscosa de odio étnico?

Insistamos para que quienes se niegan a entender, entiendan: Valtonyc carece de talento alguno; es, además, un provocador, porque de ello ha hecho su forma de vida en ausencia de cualidades para hacer rap de verdad. No hay inteligencia en sus letras. Ni un atisbo. Pero ha ejercido el derecho inalienable que le asiste a la libertad de expresión.

Un buen amigo me hizo notar que leyendo a Ramón María del Valle Inclán, extraordinario escritor hispano del siglo XX, en sus Comedias bárbaras se hallan afirmaciones en las que se incita a los soldados del Ejército a pegar tiros a los oficiales que les mandan. ¿Todavía no se le ha ocurrido a Jorge Campos, si ha leído a Valle, demandar al juez que proceda a retirar del mercado esas novelas?

No hay quer sorprenderse de que en Bélgica, Alemania y Reino Unido se hagan cruces con lo que pasa en España 43 años después de la desaparición de Francisco Franco.

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