Como cada trimestre, ha visitado nuestro pequeño hotel un hombre de leyes alemán. Más que un cliente, un amigo. Sexta generación de juristas, fiscal de carrera, gran amante de España y en particular de Mallorca, es un privilegio contar con su amistad.

Como colofón a su estancia solemos cenar juntos y hablar a tumba abierta de todo un poco. De todo, excepto de la identidad de sus clientes, por supuesto. En un momento dado del ágape, sale a la palestra la difícil situación en Cataluña, que levemente impacta en la alemana, donde bávaros y hamburgueses luchan desde hace tiempo por tener unos territorios si no independientes, sí federados de otra manera a Berlín. Cauto por naturaleza, e informado al detalle de lo que acontece en España, no simpatiza demasiado con la causa independentista catalana, quizás por tener muy buenas amistades en los altos órganos de la judicatura española. Tanto a nivel profesional como personal.

Pese a estos condicionantes, su pronóstico sobre el caso Puigdemont no ha podido ser más claro. Se podría resumir en los siguientes puntos:

1.- "El concepto de euroorden que tiene España no es el mismo que tiene el resto de Europa, y no es la primera vez que se confunde juez y Estado en un laudo internacional español". Efectivamente, los Estados tan sólo están autorizados a prestar "soporte técnico" a los jueces (se especifica que traducciones y gestiones diplomáticas), según decisión marco 584/2002 /JAI del Consejo de la Unión Europea, con fecha 18/VII/2002. Lo cual ya ha llevado a la defensa de Puigdemont -y a la propias Fiscalías alemana y belga- a preguntarse si las balizas de seguimiento que el CNI puso en los automóviles del político catalán incumplían con el citado requisito. "La Euroorden pudiere tener un defecto de forma, de entrada", sugiere mientras come el pa amb oli.

2.- La poca formación de la judicatura española en temas internacionales. "Cuando mis colegas alemanes preparan una interlocutoria dirigida hacia un juzgado que no esté en Cataluña o Balears, tiemblan por las dilataciones procesales". No le falta razón: el envío de más de la mitad de la euroorden en castellano a Helsinki ya fue un mal síntoma. Otro fue reclamar a Puigdemont por un delito anulado en el Código Penal teutón desde 1970, causando perplejidad y malestar por partes iguales en el ministerio de Justicia germano.

3.- Idiomas y organización: "Hay pocos y pocas jueces que dominen fluidamente el inglés, y los que sí lo hacen aún no están en el Supremo, por no hablar de cómo está organizada la carrera judicial y su sistema de ascensos, es casi comprensible esperar que alguien envíe una euroorden en las condiciones en que lo hizo el Alto Tribunal Español, sin dictar una orden de detención nacional previa ". Y se llevó las manos a la cabeza, dejando claro que eso es lo que podrían haber hecho sus colegas de Schleswig-Holstein...

4.- Los delitos por los que Llarena exige la extradición ( prevaricación, rebelión, sedición y uso ilícito de fondos públicos ) no tienen el mismo encaje jurídico en España que en Alemania. "Se nota que no tiene un Gabinete de Exteriores, es evidente".

5.- Descoordinación y precipitación: "en Alemania resulta claro que el juez instructor está actuando sin el apoyo de todo el gobierno español, y eso va a contar mucho". "Además", añadió, "cuando se presenta una euroorden, nunca se retira dos veces a la espera de más pruebas, es dar carnaza a las defensas. Tan sólo por esta razón ya puede acabar mal." La sèpia del port ya era historia, y del Acrollam Blanc de Mesquida- Mora, poco quedaba.

6.- Otro punto desfavorable a las tesis españolas es el creciente sentimiento antigermano detectado en los medios españoles... "y que pueden influir negativamente si nadie los controla". Explicó que sus conocidos en la cancillería de Exteriores alemana están horrorizados ante algunos personajes de la caverna mediática española. "Cuidado con las sentencias emocionales", recalcó.

7.- Ya en los postres, mi contertulio estuvo atinado en una frase: "Hoy en día puede que España esté casi más sola a nivel internacional que cuando Juan March vivía". No sé si tanto, pero la soledad del reino de España quedó de manifiesto hace un mes, cuando el comité de Derechos Humanos de la ONU dictaminó a favor de los derechos políticos de Jordi Sánchez. Muy probablemente el propio comité los haga extensibles a todos los líderes políticos catalanes con acta en estos momentos y que a su vez pidan dicho amparo internacional. "Suiza nunca ha sido tan poco neutral en un asunto no financiero, algo debe ver": ciertamente, la negativa de la Confederación Helvética a entregar a Marta Rovira por "razones políticas" ha encendido las alarmas en Alemania, confirmadas por la negativa belga a la extradición de los consellers Comín, Serret y Puig. Un mazazo que nada bueno hace presagiar para los intereses del Tribunal Supremo español en la causa de extradición que dirime en Edimburgo contra la directora de la Escuela de Economía y Finanzas de la Universidad de Saint Andrews, Clara Ponsatí. El pronóstico de nuestro casi invitado fue meridiano: "Los escoceses siempre han sabido nadar y guardar la ropa, y se guardaran de ir contra la resolución final de Schleswig-Holstein. Y éstos últimos, del pronunciamiento judicial belga" (cuando se produce la charla, el laudo belga aún no se había hecho público).

8.- Para finalizar, un epílogo : "A nivel mediático germanohablante (Alemania, Austria, Suiza germanófona), cada vez toma cuerpo la no autorización de extradición por ninguna de las dos razones reclamades, cuando hace dos meses tan sólo los bávaros y los comunistas del Die Linke la defendían, y ello puede ser complicado a largo plazo para el Gobierno Rajoy: va a ser muy difícil justificar una condena en España cuando la judicatura europea ha dictaminado otra cosa. Carne de cañón para el Alto Tribunal Europeo."

Como siempre, nos despedimos a la mañana siguiente con un sincero abrazo y con una novedad: el previo envío de este escrito para su aprobación antes de ser publicado.

* Llicenciat en Història Contemporània