Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Patrioturismo policial

Antonio Labrado, a quien tengo el gusto de no conocer pese a su envidiable cargo de secretario general de la Confederación Española de la Policía, se sube a una tribuna del lujoso Hotel Me Mallorca de Meliá en Magaluf y le recuerda al ministro Zoido a por ellos que se encuentra "en una tierra en que los independentistas, cada vez con menos disimulo, tratan de extenderse para llevar a las islas a un escenario como Cataluña. Balears no debe caer en el olvido". Sin duda, un ejemplo de cortesía hacia la isla anfitriona, aparte de un enunciado que denota una ignorancia tan elaborada sobre Mallorca que fácilmente puede ganarle a su autor la cartera de ministro del Interior.

Claro que Labrado habla desde un cuerpo armado, con rango de autoridad y preferencia de credibilidad sobre un periodista indocto, pero nos arriesgaremos.

En general, en Mallorca no necesitamos salvapatrias. Técnicamente, la denuncia de pancatalanismo no aporta una sola prueba, por lo que se queda en sociología barata, sin duda avalada por un máster en la materia. Históricamente, el independentismo ha causado menos estragos en la isla que la corrupción del PP, aunque se necesita cierto coraje para recordarle esta evidencia a Zoido. Si yo hablara del secretario general del sindicato armado con la ligereza que el orador despliega para dirigirse a la tierra de mis mayores, me ganaría un valtonyc, y ya no estamos para esos trotes.

Ahora bien, la policía se granjeó el respeto de los mallorquines luchando contra la corrupción del PP, que le costó el cargo a un jefe superior omitido por Labrado. Por no hablar del comportamiento policial ejemplar en el 15M, más tenso que el independentismo inventado y en el que los oficiales nos hablaban con orgullo de seguir las consignas de Rubalcaba. En Mallorca, hasta el patrioterismo se reblandece en patrioturismo. Sería curioso conocer las condiciones de la estancia del ministro y sus sindicalistas, para verificar que la isla los agasajó como merecen. Aquí siempre serán bienvenidos, aunque nos insulten. Lo cual demuestra que somos muy poco españoles.

Compartir el artículo

stats