Diario de Mallorca

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¿Qué sucederá con las figuras de la política para que tantas de ellas falsifiquen su currículum en lo que hace a los títulos académicos y demás méritos del mundo universitario de los que gozan? La epidemia ha terminado con la carrera política de la expresidenta Cifuentes -lo de su cleptomanía fue el clavo final del ataúd- pero viene de lejos. Cabe recordar que en países dados al recurso bien sano de la dimisión, como Alemania, hubo hace años varios ministros que tuvieron que irse por culpa de sus currículums imaginarios. Y ahora salta a los titulares la noticia del sorprendente candidato a primer ministro de Italia, el profesor Giuseppe Conte, hasta ahora sólo conocido en el mundillo académico, que no en el de la política, pero cuya lista de títulos y honores contiene elementos bajo sospecha.

He leído que Conte, para opositar al puesto de miembro del Consejo de Presidencia de la Justicia Administrativa, presentó un currículum de 18 páginas. El detalle se da como enfatizando los méritos con los que debe contar alguien capaz de llenar tantas cuartillas pero cualquiera familiarizado con la universidad sabe que, en realidad, es probable que semejante lista estuviese resumida. Por poner un ejemplo cercano, el de mi currículum, alcanzaba hace un par de cursos hasta 55 páginas en el modelo normalizado del ministerio de Economía y Competitividad, y desde entonces no debe haber adelgazado. Con 18 folios de méritos no vas a ninguna parte. Pero lo sorprendente es que alguien sin trastornos mentales se invente, como parece haber hecho Conte, cursos y estancias en universidades cuyos archivos son fáciles de examinar. Peor aún es inventarse no ya postgrados, como en el caso (presunto todavía) de Cifuentes, sino carreras completas. Sucedió con el chorizo aquél, Roldán, que amén de dirigir la Guardia Civil presumía de contar con un par de licenciaturas, digo yo que para poder robar con soltura más millones de los que cualquier economista maneja en sus artículos.

Semejante tendencia hace pensar en que la mentira, lejos de constituir un vicio, puede ser considerada la virtud por excelencia para poder medrar en ese mundo tremendo de la política como apariencia en el que hemos convertido la administración d elos bienes públicos. Pero Conte, si maquiló su currículum, no lo hizo con el fin de acceder a la jefatura del consejo de ministros; los males vienen de antes. Y obligan a plantearse cuántos de los méritos que decimos tener los que estamos, o estábamos, metidos en la universidad son en realidad fruto de la manipulación culpable. En los Estados Unidos te contratan en las universidades más prestigiosas del mundo sin pedir ni un solo papel; Noam Chomsky suele decir que si él dio clases en el Instituto Tecnológico de Massachusetts es gracias a eso. Nosotros, exigimos centenares de certificados. Pero se nos olvida por lo visto comprobar si lo que dicen es cierto.

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