Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La casa de Pablo

Venga, Pablo, no me digas que no lo veías venir... Sí, ya sé que el casado casa quiere ¿Pero era necesario que Irene y tú os comprarais Xanadú? ¿No bastaba con un quinto piso con terraza y suelos de parquet? ¿O un adosadito con jardín delante y patio detrás, aunque fuera esquinero? Ay, Pablo, si sabías que la caverna te estaba esperando, afilándose las uñas desde hacía años. Lo han intentado todo: relacionaros con el gobierno venezolano y con el iraní, buscar facturas falsas en los programas televisivos que presentabais, desprestigiar vuestro trabajo en la universidad, fiscalizar vuestros destinos vacacionales, hundiros en fin.

Y vas tú, Pablo, y les ofreces en bandeja aquello por lo que llevaban tanto tiempo a Dios rogando y con el mazo dando en emisoras de radio y periódicos capitalinos. Si ya lo sabías, que te iban a llamar vendido, casta, arribista. ¿Cómo has podido cometer este error estratégico, este fallo de principiante? ¡Y con las elecciones a la vuelta de la esquina! Era de esperar que la jauría de la derecha más radical, esa que vocifera con las fauces ensalivadas, te recordara el 15-M y la conciencia de clase y tu lucha en favor de los que menos tienen.

Te dirán que tú, que eres más consciente que nadie de los problemas habitacionales de este país, tú que conoces bien que hay toda una generación que, a pesar de ganar un sueldo, no puede acceder a una vivienda, ni digna ni indigna, no tendrías que haberte metido en este charco. Ahora nos queda esperar a ver si al menos los tuyos te van a perdonar este error de bulto.

Y sin embargo debe constar, ante todo, que para comprar la casa, tu casa, no has robado un duro a nadie, cosa que no pueden decir tantos políticos que ahora te señalan con el índice extendido. Tanto tú como tu pareja os ganáis bien la vida: aparte de vuestra acta de diputados, participáis en debates, conferencias y programas televisivos. Ambos sois profesionales sobradamente preparados y es justo que vuestros ingresos sean altos. Un banco os ha concedido una hipoteca que podéis afrontar ¿no? pues adelante, si vuestro anhelo vital se concreta en un chalet con piscina.

Porque aquí parece que los ciudadanos de izquierdas no pueden tener aspiraciones o deseos, Que más allá del PSOE solo existe el llanto y el crujir de dientes. Se diría que, según tu posición ideológica, tienes que vivir en una casa ocupada o en un barrio popular, como Pere Garau o Son Gotleu. Si votas a Podemos no puedes cruzar la frontera natural de las Avenidas y ascender a la clase media, incluso a la clase alta. No, señor ¿no eres de izquierdas? pues te fastidias y te vistes en Alcampo y conduces un utilitario de cuarta mano ¿Que ganas dinero, a tu pesar? Pues lo donas a la Fundación Vicente Ferrer.

Esa es la hipócrita visión de la derecha más radical, la que no querría que se produjera movilidad alguna entre clases, la derecha que olvida la cantidad de correligionarios que habitan en áticos y palacetes cuya compra no han podido justificar en razón de sus ingresos. La derecha que no quiere que nadie medre, salvo ellos.

Habría que ver qué casas tienen y en qué condiciones las han adquirido algunos de los políticos que se te han tirado a la yugular. Porque muchos se han beneficiado de componendas, amistades y tratos de favor muy poco presentables a la hora de conseguir una casa o una hipoteca.

Y esto me lleva a la brecha, al tremendo abismo que existe entre la clase política y los ciudadanos. ¿Cómo nos pueden representar unos privilegiados que ignoran algunos de los principales problemas con los que se enfrentan cada día los ciudadanos de a pie? Porque la crisis habitacional que sufre este país, y muy especialmente Balears, es uno de los retos de mayor magnitud a los que nos enfrentamos. Porque toda una generación, la que debería haberse emancipado de sus padres cuando comenzó a hacerse notar la crisis, allá por 2008, lleva una década trampeando, pasando de casa de sus padres a pisos de alquiler compartido, intentos de compra en condiciones leoninas y vuelta a casa de sus padres. Y todavía no he visto una sola medida concreta por parte de nuestros gobernantes para tratar de que esta generación pueda conseguir una casa propia en condiciones razonables. Y mientras tanto, los solares abandonados del Ejército en Camp Redó siguen abandonados, o presentan un plan para hacer de la antigua prisión un centro de creación artística (?).

Urgen medidas, soluciones concretas, como la cesión de suelo a constructores a cambio de pisos a precios asequibles, ayudas al alquiler o mayores restricciones al alquiler vacacional. Para que los jóvenes tengan una posibilidad mínima de vivir en el lugar en el que han nacido. Aunque, para políticos que se pueden comprar una casa de 600.000 euros, quizás este ya no sea un asunto prioritario.

Compartir el artículo

stats