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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

El PP de Company se amotina de boquilla

No existe precedente de que el ultradisciplinado PP de Mallorca cuestione públicamente las decisiones emanadas del Gobierno de Mariano Rajoy. El desahogo ha sido simplemente de boquilla: no pasará a mayores. Los recursos de María Salom a dos iniciativas de las instituciones autonómicas han destemplado a los dirigentes del PP mallorquín. ¿Por qué se soliviantan hasta votar con la izquierda en el Consell de Mallorca? La respuesta es fácil de hallar: han entrado en estado de pánico. Saben sobradamente que se encaminan hacia unas elecciones, las de mayo de 2019, en las que se les anticipa una inédita catástrofe, que no será muy diferente a la que se augura para el PP en toda España.

La dirigencia del PP de Mallorca vive instalada en un puro sobresalto. Dicho por un viejo y destacado militante popular, que años ha desempeñó cargos de los que se denominan "de responsabilidad", hombre que de conocimiento de las prospecciones electorales anda sobrado: "estamos a punto de sufrir una derrota como nunca nos la habíamos imaginado". Añade: "lo que todavía es peor: no hay manera de que podamos salvarnos, estamos condenados". Ese antiguo fontanero del partido destaca que el PP se las ve con una situación imposible, derivada tanto de la ineluctable decadencia del que fue partido único de las derechas, bautizado como el partido alfa de las clases medias, como de la presión que van a ejercer en las elecciones El Pí de Font, que en la part forana se dispone a hacer estragos en el electorado popular, como Ciudadanos; el partido de Albert Rivera en Palma vacía las bolsas electorales del PP y en en el resto de Mallorca ha logrado una penetración que le garantiza una considerable subida en votos. El PP, lo dice el citado interlocutor, será "esquilmado a conciencia".

No sorprende que, sabiéndolo, en la dirección de los populares estén intentado un relanzamiento que se antoja imposible: se tienen que dedicar a taponar las vías de agua que les ha abierto las decisiones tomadas por la delegación del Gobierno, que actúa, no debieran olvidarlo en el partido de Company, siguiendo las directrices que emanan del Gobierno. María Salom no es independiente. Lo que hace, lo ejecuta porque se lo ordenan.

Por ello, que en el Consell de Mallorca el PP vote con la izquierda contra los recursos de la delegación del Gobierno no es otra cosa que el aspaviento desesperado de quien no atisba la salvación por ninguna parte. Una demostración de que se expande el desánimo. En los tiempos de vino y rosas en los que se solazó el PP hubiera sido imposible tamaña teórica indisciplina. Ni tan siquiera sucedió cuando Gabriel Cañellas fue sumariamente ejecutado por José María Aznar. Al ser desalojado sin contemplaciones de la presidencia de la Comunidad Autónoma, a mediados de la década de los 90, el coro de plañideras fue la única demostración de desacuerdo que se permitieron los populares. Entonces conocían que los votos seguían estando a su disposición, como así fue. Hoy, no es así; lo más suave que del PP puede decirse es que ha entrado en crisis aguda. El aspaviento exhibido en el Consell lo acredita.

Acotación al margen.- Parece haber llegado el turno de Pablo Casado. Se desvanece la apuesta de Génova para la Comunidad de Madrid o el Ayuntamiento de la capital. Al PP madrileño solo le queda aspirar a ser muleta de Ciudadanos. Casado, petimetre de libro, se enreda más a cada intento de explicar lo de su expediente académico.

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