Diario de Mallorca

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Con motivo de la más que presumible aplicación del artículo 155 de la Carta Magna, ése que se incluyó en previsión de que una comunidad autónoma dejara de cumplir las obligaciones que la Constitución impone o actuase de forma grave en contra del interés general del reino, la clase política del país dedicó tiempo y esfuerzos a la discusión del alcance de las medidas a tomar. Pero la manera como abordó semejante cuestión recordaba al bien famoso debate de los filósofos bizantinos del siglo XV acerca del sexo de los ángeles. Se sabe que Linneo, cuando propuso los fundamentos de la taxonomía en su Systema Naturae, tres siglos después, no incluyó a los ángeles en la lista de los seres a clasificar dado que se carecía de toda información acerca de sus rasgos. Ni una mísera pluma, con lo que los detalles de su sexo „si lo tienen, de cuántas alternativas dispone y en qué medida sirve, además de solaz, de sistema reproductivo„ pasan a ser materia metafísica por excelencia.

De lo mucho que se pudo oír y leer en octubre del año pasado acerca del artículo 155 cabía deducir algo parecido. Lejos de entrar en cuestiones nimias como, por ejemplo, si la Constitución permite combatir las fake news incluso si se propagan en una lengua que no sea el inglés, nuestros talentos políticos llegaron incluso a plantearnos la legitimidad „que no la legalidad„ de una eventual suspensión de las instituciones autonómicas más curiosas como las embajadas de la Generalitat abiertas por doquier. Luego vino la decisión de utilizar en la práctica ese artículo sólo para manejar la burocracia aséptica y convocar elecciones, sin mover ni un ápice del aparato de construcción de la fake history, la fake economy, las fake statistics e incluso el fake heroism. Lo raro no fue que el independentismo saliese reforzado de las urnas y el Partido Popular hecho unos zorros. Lo de verdad pasmoso es que a nadie le diese por dimitir.

Se acerca ahora de nuevo la oportunidad formal de suspender la aplicación del 155 en Cataluña, por más que la promesa de incumplimiento de los deberes constitucionales y las amenazas al Estado hayan sido las claves del discurso de investidura del ya presidente Torra. Pero, ¡ay!, Ciudadanos se adelantó al exigir que el control siguiese siendo efectivo hasta ver qué sucede, dejando tanto al PP como al PSOE con los pantalones bajados. O se cierra el 155 o se le da la razón a Albert Rivera. Con el añadido de que a Pedro Sánchez le ha dado por aclarar qué podría mantenerse en la intervención de la Generalitat, garantizando así que no lo entienda nadie.

Es cosa del volver al sexo de los ángeles, asunto sobre el que cabe un diálogo entre Rajoy y Torra capaz de entusiasmar a los osos panda. Se está echando a perder la última oportunidad de los padres de la patria para que demuestren que dominan, si no otra cosa, el arte de la oratoria.

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