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Genocidio

Cuando un ejército pertrechado dispara sobre una muchedumbre desarmada comete un delito de lesa humanidad. Los grandes dictadores han disuelto manifestaciones populares a tiros. Tiananmen dio la imagen que retrata para la posteridad la brutalidad de quien reprime militarmente una manifestación pacífica de personas desarmadas.

Israel ha ´celebrado´ la llegada de la Embajada americana a Jerusalén con más de sesenta muertos, muchos niños entre ellos, abatidos a tiros por militares en la frontera con la Franja de Gaza. El Gobierno israelí ha esgrimido su derecho a defenderse y a hacer respetar sus fronteras. El debate sobre una cuestión tan clara es innecesario y en todo caso inútil: el Estado judío ha incurrido una vez más en un delito contra la humanidad.

Nunca he conseguido entender cómo un pueblo que ha padecido el Holocausto, la mayor negación humanitaria en toda la historia, muestra tan escasa sensibilidad hacia la vida en la defensa de su integridad territorial. Y el abuso es, si cabe, aún más chirriante si se reconoce que Israel se rige internamente por normas democráticas, algo que no hace ninguno de sus vecinos en la región. De cualquier modo, este genocidio sistemático no puede salirle gratis: la comunidad internacional aborrece cada vez más a esos gobiernos que eliminan adversarios a tiros con hiriente naturalidad.

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