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Camilo José Cela Conde

Más de lo mismo

El día de la marmota parece haberse adueñado de la política española. El debate de investidura de Quim Torra del pasado sábado fue más de lo mismo de manera tan milimétricamente exacta que su discurso ante la cámara legislativa de Barcelona se limitó a asegurar que ni siquiera puede considerarse él un candidato a presidente, como se supone que debería serlo con arreglo al estatuto de autonomía que ampara el cargo, sino candidato a presidente provisional en espera del regreso a Cataluña de Puigdemont, en palabras de Torra "el único presidente legítimo". Cabe deducir, por tanto, que Torra no lo va a ser, que se trata de una simple marioneta manejada desde Berlín con el objetivo de continuar lo que el propio Puigdemont dejó a medias, la proclamación de la república catalana.

Esa vuelta al principio, al día en que Carles Puigdemont no se atrevió a dar el paso definitivo de la secesión, se cumplirá en cuanto Torra ocupe no ya el despacho de la presidencia, que ni siquiera eso queda a su alcance porque Puigdemont le prohíbe que le caliente el sillón, sino „de manera formal y provisional„ el cargo. Llega a la presidencia merced a dos decisiones políticas: la de la CUP optando por la abstención „facilitada por el discurso apocalíptico del candidato, verdadera escenificación de la postura más radical imaginable„ y la del sí-pero-no del presidente más indeciso que jamás hubo en España, Zapatero incluido. Mariano Rajoy optó en su día por no recurrir la delegación de voto de Puigdemont y Comín, miembros del Parlament de Cataluña fugados, como se sabe, y cuando lo hizo en el último momento se encontró con que el Tribunal Constitucional no aprecia urgencia en el recurso. Para cuando decida, puede que ya no tenga sentido ni legitimar ni deslegitimar a Torra. Mucho antes Rajoy habrá tenido que tomar por los cuernos el toro del desafío permanente del independentismo al Estado. Y el recurso del artículo 155 de la Constitución como respuesta.

Al cabo hemos comprobado que la manera como decidió aplicar Rajoy la suspensión de la autonomía catalana fue la peor posible: a medias, echando al Govern pero no sus herramientas de sedición. Con la marmota por medio le va a ser necesario emprender lo que más odia: hacer algo. Cabe negociar de tú a tú con Torra „el diálogo que aún no sabemos en qué podría consistir, pero que supondría una novedad„ o cabe volver a aplicar el 155 en cuanto Torra dé el primer paso hacia la independencia habida cuenta que el Partido Popular tiene mayoría en el Senado. Pero para evitar el bucle en el que estamos metidos, esa vuelta atrás debería ser efectiva, tal y como lo fue la suspensión de la autonomía irlandesa por parte del primer ministro Blair entre 2002 y 2007. Cabe dudar de que un Rajoy obsesionado con la aprobación de los presupuestos del Estado y un PP en horas bajas se atrevan a tanto. Con lo que el día de la marmota queda asegurado.

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