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Espacio judicial

El espacio judicial europeo se juega su prestigio político en la cuestión catalana. Si la UE no es capaz de entender las razones de uno de sus miembros que ha de enfrentarse a un episodio de separatismo que tiene todas las características de un golpe de Estado blando, la consistencia del conjunto de la Unión quedará seriamente debilitada.

Pero al propio tiempo, la justicia española se la juega en Europa: si el Tribunal Supremo no consigue que sus tesis prosperen en Bélgica y sobre todo en Alemania „el alemán no es un estado casi fallido como el belga„, todo el aparato judicial de nuestro país se desacreditará. E incluso nuestra democracia quedaría herida y doliente, aunque fuera sin razón. Porque poco tenemos que envidiar en cuanto a limpieza democrática a los demás socios del club europeo: a fin de cuentas, algunas de las grandes constituciones europeas, como la alemana y la italiana, fueron dictadas por los aliados tras la segunda guerra mundial, y la nuestra, aunque más tardía, tuvo una génesis mucho más digna e intelectualmente valiosa al provenir de un gran consenso interno y reunir calidades que han sido encomiadas por todos.

El asunto no es, pues sólo doméstico. Está en juego la credibilidad de la integración europea. Porque si España no es socorrida debidamente, deberá replantearse muchas cosas relativas a su pertenencia europea. El Tratado de Schengen, sin ir más lejos.

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