Diario de Mallorca

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El último gran autor de la Escuela de Frankfurt, Jürgen Habermas, ha declarado a la revista El País Semanal que confía en que Dios nos libre de los gobernantes filósofos. La invocación divina es retórica, claro; no en vano Habermas se declara marxista, como corresponde a un miembro de la actualización más interesante y prolífica del pensamiento de la llamada "teoría crítica" con figuras como Horkheimer, Adorno o Marcuse, amén del propio Habermas. No parece probable que ninguno de ellos confiase demasiado en la providencia divina como mejor fórmula para prevenir los disparates políticos pero ya se sabe que, perteneciendo a una Europa de indudables raíces cristianas, el lenguaje común incluye no sólo a los dioses sino también a los ángeles, los santos, los reyes que son magos y las vírgenes que se quedan embarazadas. Con lo que los gobernantes filósofos pasan a quedar integrados en un colectivo en verdad peculiar.

Hace unos años un alumno de la UIB llevó hasta los tribunales el veto que había recibido de los filósofos oficiales de dicha universidad por sostener el alumno que Habermas forma parte de la Escuela de Frankfurt. Los vericuetos que llevan desde la historia de la filosofía a la endogamia universitaria no vienen al caso pero hubo quien aludió ante el juez a la Wikipedia como prueba fehaciente de cuál es la adscripción de Habermas. El episodio se limitó a poner en evidencia el alcance de los conocimientos de los filósofos con mando en plaza dentro de la UIB, porque la sentencia del tribunal en favor del alumno reclamante no sirvió para nada más. Aunque, sí; sí que sirvió para que entendiésemos mejor cómo funcionan los mecanismos de la universidad española, que la de este archipiélago no es ninguna excepción. Pero a lo que íbamos; Habermas cree que un filósofo gobernante es tan inútil, tan peligroso o tan absurdo como para pedirle a los dioses que nos protejan de esa amenaza. Pero, ¿se trata de un peligro real?

El ilustre miembro de la Escuela de Frankfurt se refiere al presidente francés Emmanuel Macron, quien se doctoró en la universidad de Paris-Nanterre con una tesis sobre Hegel antes de cursar estudios de ciencias políticas y graduarse, por añadidura, en la Escuela Nacional de Administración como inspector de Hacienda. Se trata, pues, de alguien que es filósofo sólo en una tercera parte. Pero tenemos otros ejemplos mejores aún a mano, como el del candidato socialista a presidir la comunidad autónoma de Madrid, Ángel Gabilondo, quien también escribió su tesis doctoral sobre Hegel y fue, como se sabe, primero rector y luego ministro tras haber hecho sus pinitos como fraile. No sé si Habermas conoce a Gabilondo ni cuáles serán sus miedos ante la posibilidad de que gobierne un catedrático de Metafísica con ideas, cabe suponer, acordes a su especialidad respecto de lo que es el mundo y lo que existe más allá de la física de Newton. Pero no está mal, en semejante contexto, confiar en los dioses.

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