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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

Jueces, justicia y Nina Parrón

Ojalá tuviera razón el ministro Catalá, miren lo que les digo. Ojalá la sentencia del caso de La Manada fuese cosa de un señor "singular" que no está bien porque tiene un problema. Un señor que ve sexo donde nosotras y muchísimos de nosotros vemos violencia. La solución sería quitar a ese señor, y poner a otro que sepa distinguir el placer de la fuerza. Uno que no se ensañe con la víctima, ya que estamos. Pero no creo yo que la cosa resulte tan simple, por desgracia. Como no he estudiado Derecho, creo que no es un tema puntual de un juez con un sucio secretillo personal, sino de la justicia española en su conjunto. Una justicia en su torre de marfil, poco acostumbrada a las críticas y menos aún a la fiscalización, que tiende a menospreciar la voz de las mujeres. Una justicia que relata violación pero falla abuso sexual, y su argumentación no la defiende ni el ministro del PP del ramo, lo nunca visto cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo. Una justicia que no nos ayuda a sentirnos seguras, ni valientes, ni valiosas, ni ciudadanas de primera. Un poder del Estado de Derecho que contribuye a afianzar conceptos periclitados y situaciones que creíamos felizmente superadas. Una justicia que protege a los misóginos y encausa a las personas que hemos elegido para pelear en la esfera pública por nuestra integridad. Verbigracia, la directora insular de Igualdad de Mallorca, Nina Parrón. Su caso representa el sinsentido de ser perseguida por levantar la voz en favor de las mujeres, que es el mandato que le dieron los votantes.

Parrón, de Podemos, llevó ante la fiscalía al líder de la Asociación de Padres de Familia Separados, Jorge Skibinsky, quien publicó en un diario un escrito titulado No fue una agresión machista. Se refería al asesinato en Alcúdia de la joven Xué Sandra Saura a manos de su expareja, quien la roció de gasolina y le prendió fuego. Ella escapó con su bebé de dos años en brazos para pedir ayuda. Murió al cabo de un mes en un hospital de Barcelona por las graves heridas sufridas, y su verdugo confesó casi en el acto. Skibinsky defendía que el suceso fue "un crimen pasional" con razonamientos chiripitifláuticos, y cerraba su escrito acusando al feminismo de ver machismo hasta en la sopa. La fiscalía archivó la denuncia de Parrón, invocando la libertad de expresión, pero en cambio la directora general fue acusada de un posible delito de injurias y calumnias con publicidad por haber declarado que este tipo de tesis representan apología de la violencia contra las mujeres. A ella no se le reconoce la libertad de expresarse sobre una persona con perfil público, y que expone su ideología en espacios públicos. A la espera de juicio oral, el juez impuso a Parrón una fianza civil de 30.000 euros. Lo que en mi pueblo se llama ir a por lana y volver trasquilada, porque, está muy claro que la ley está de parte de los hombres, y muy especialmente de los peores hombres.

Así que ahí tenemos una política imputada por hacer su trabajo. Su acción, en nuestro nombre, molesta a la carcundia. Un concepto miserable, ridículo y trasnochado como el de crimen pasional merece un capote de las más altas instancias, mientras que la persona que se esfuerza por acabar con el terrorismo machista y los feminicidios será sometida a juicio, ¿acusada de qué? Indignante, y muy elocuente. No es pasión, es únicamente un crimen y el que diga lo contrario banaliza la lacra social de la violencia de género que se cobra docenas de vidas al año. Como no he estudiado Derecho no entiendo por qué he de pagar mansamente los sueldos de estos jueces que jamás aciertan a ponerse de nuestra parte y que encima nos quieren cerrar el pico.

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